Había una vez una mosca
que quería ser culta. Voló hasta la ventana de un colegio y escuchó lo que
estaban aprendiendo los alumnos. En aquel momento repetían una cancioncilla:
¡Pronto, pronto, pronto,
el borrico es un tonto!
La mosca aprendió
enseguida la canción y pensó: «Ahora soy una mosca verdaderamente instruida.
Saldré por el mundo a educar a otros animales».
Voló hasta un prado y se
encontró con un viejo burro que pastaba. La mosca se posó en su lomo y cantó:
¡Pronto, pronto, pronto,
el borrico es un tonto!
-¿Qué estás cantando?
-preguntó el burro. Y la mosca repitió:
¡Pronto, pronto, pronto,
el borrico es un tonto!
-Es una bonita canción
-admitió el burro. Pósate en mi cola 9 cántala otra vez, por favor.
La mosca voló hasta su
cola y el burro la sacudió con tanta fuerza que la mosca cagó a tierra y casi
se rompió sus patas.
«Qué burro ingrato»,
pensó la mosca cuando se repuso, y se fue volando.
Voló hasta un estanque,
donde una carpa nadaba con mucha pachorra. La mosca se acercó al borde del agua
y cantó suavemente:
¡Monta, monta, monta,
esta carpa es una tonta!
Sin decir agua va, la
carpa salió fuera del estanque y salpicó a la mosca y le dio una ducha tal que
le resultó difícil después secarse al sol.
«Era una carpa ingrata e
ignorante», pensó la mosca cuando estuvo seca y se fue volando.
Llegó a una granja y vio
a un ganso. Se posó en el pico del ganso y comenzó a cantar con sentimiento:
¡Pronto, pronto, pronto,
este ganso es un tonto!
El ganso abrió el pico y
así terminaron los estudios de la mosca.
126. anonimo (rumania)
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