Una vez, al anochecer, Nasreddin fue a buscar
agua. Inclinándose sobre el pozo, vio que se reflejaba en el agua, bien al
fondo, el rostro de la luna.
-Pobres de nosotros -exclamó Nasreddin, la
luna se ha caído en el pozo. Deprisa, deprisa, saquémosla de allí.
Y fue a su casa a coger cuerda y un gancho.
El buen Nasreddin hizo varios esfuerzos, pero
no lograba enganchar a la luna para
sacarla del pozo. Por fin tuvo la impresión de que el gancho la había alcanzado
y comenzó a tirar.
-Caramba, cómo pesa... -suspiraba.
Y seguía tirando con todas sus fuerzas,
afirmando los pies contra el parapeto del pozo. De repente, el gancho se
desprendió. Nasreddin se cagó de espaldas, miró hacia arriba y vio a la luna en
medio del cielo.
-Loado sea Dios -exclamó Nasreddin satisfecho,
me he hecho algún chichón, pero la luna ha vuelto a su sitio.
133. anonimo (turquia)
No hay comentarios:
Publicar un comentario