-¿Para qué sirven las flores? -le
preguntó una niña a su abuelita.
-Sirven, entre otras cosas, para
alegrarnos la vista con sus colores y el olfato con su perfume -explicó la
señora.
La muchachita, que era muy
despierta, torció el gesto.
-No veo que eso sea un fin práctico
-replicó. Los otros productos del campo sirven para que las personas y los
animales puedan alimentarse y conservar la vida, pero las flores...
-A veces -explicó la abuelita, no
todas las cosas se miden por, su utilidad. Las flores tienen un lenguaje que
habla al corazón. Cuando se envían de regalo a alguien, esa persona sabe que es
apreciada. Pero además, con las flores se hacen perfumes.
La niña seguía sin quedar
convencida. La anciana, agregó:
-Cuando Nuestro Señor después de
crucificado, fue bajado de la cruz, su Madre, María Magdalena y algunas
mujeres, le lavaron y ungieron con perfumes. Esa fue su manera de honrar al
Hijo de Dios. Y aquellos perfumes salieron de las flores. ¿Aún crees que las
flores no sirven para nada?
-¡Oh, no, no! -exclamó la niña.
Ahora entiendo que las flores creadas por Dios, tienen un destino que cumplir.
999. anonimo
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