42. Anónimo
Un joven Príncipe se enamoró de la hija del Emperador, pero ella era tan
orgullosa que no aceptó sus regalos. Entonces el Príncipe se disfrazó de
mendigo y se empleó como porquero del Emperador. Hizo un puchero con cascabeles
que sonaban cuando el agua hervía, y la Princesa lo oyó y fue a verle.
‑¿Cuánto cuesta este puchero? ‑preguntó, encantada con aquel ingenioso
invento, pues además era muy caprichosa.
‑Cuesta diez besos de la Princesa ‑contestó el joven.
‑¡Eso no puede ser! ‑respondió ella y le ofreció dinero. Pero el joven
Príncipe no dio su brazo a torcer y la Princesa al fin cedió:
‑Esta noche, en el jardín, te daré los diez besos ‑prometió.
Entonces, el Príncipe fue a ver al Emperador y le contó que su hija estaba
enamorada de él, y que podría comprobarlo si aquella noche bajaba al jardín y
se escondía tras los rosales.
Eso hizo el Emperador, y al ver aparecer a su hija y besar al joven, salió
de su escondite y dijo:
‑¡Ahora mismo te casaré con él!
Así fue como el joven se casó con la Princesa, y nunca se arrepintieron,
pues fueron felices para siempre.
999. anonimo
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