Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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martes, 7 de agosto de 2012

La cabra fanfarrona


Había una vez un campesino que tenía una mujer, una hija y una cabra. Un día mandó a su hija al prado con la cabra. Cuando volvieron a casa, el campesino le preguntó a la cabra:
-Y dime, cabra bonita: ¿cómo has pastado hog?
-He comido una sola brizna de hierba, me he bebido toda el agua del estanque p ahora tengo hambre.
El campesino castigó a su hija porque no había cuidado bien a la cabra y, al día siguiente, le encargó a su mujer que llevase a la cabra a pastar. Por la noche, le preguntó de nuevo a la cabra:
-Y dime, cabra bonita: ¿cómo has pastado hoy?
-He comido una sola brizna de hierba, me he bebido toda el agua del estanque y ahora tengo hambre.
El campesino castigó a su mujer porque no había cuidado bien a la cabra y, al tercer día, se encargó él mismo de llevar a la cabra al prado. Por la noche, le preguntó a la cabra:
-Y dime, cabra bonita: ¿cómo has pastado hoy?
-He comido una sola brizna de hierba, me he bebido toda el agua del estanque y ahora tengo hambre.
El campesino montó en cólera y exclamó:
-¡Eres una embustera! Has estado en el prado todo el día y ahora me vienes con que tienes hambre. Por tu culpa he castiga­do a mi hija, por tu culpa he castigado a mi mujer. ¡Ahora te daré a ti unos cuantos azotes!
Y le dio unos cuantos azotes en el lomo.
La cabra se escapó, siguió corriendo hasta que llegó al bosque y se refugió en la guarida de la zorra. Cuando la zorra vol­vió a casa, vio que había alguien en su casa.
-¿Qué clase de animal eres tú? -preguntó dirigiéndose a la cabra.
La cabra respondió:

Soy una cabra fuerte y sin complejos
y mil cornadas yo te asestaré:
¡por más quebrados que tenga los huesos,
ese gustazo, sí, me lo daré!
A coces al techo te haré llegar,
con estos cuernos te voy a ensartar,
y con un palo, al fin, te golpearé.

La zorra tuvo un susto muy grande y se escapó corriendo. Bañada en lágrimas y temblando de miedo, se encontró con un lobo.
-¿Por qué lloras? -le preguntó el lobo.
-En mi casa hay un animal feroz. Es una cabra sin complejos que quiere darme cornadas: dice que tiene quebrados los huesos, pero que no me salvaré de unos buenos azotes.
-¡No tengas miedo! ¡Iremos juntos a tu casa y echaremos a la cabra!
Fueron, pues, a la guarida de la zorra y el lobo se puso a gritar: 
-¿Qué clase de animal eres tú?
Y la cabra respondió:

Soy una cabra fuerte y sin complejos
y mil cornadas yo te asestaré:
¡por más quebrados que tenga los huesos,
ese gustazo, sí, me lo daré!
A coces al techo te haré llegar,
con estos cuernos te voy a ensartar,
y con un palo, al fin, te golpearé.

También el lobo se asustó y puso pies en polvorosa junto con la zorra. Se encontraron con un oso.
-¿Por qué tembláis tanto? -preguntó el oso.
-¡Hay un animal feroz en la casa de la zorra! Es una cabra sin complejos que quiere darnos cornadas: dice que tiene que­brados los huesos, pero que no nos salvaremos de unos buenos azotes.
-Vamos juntos y la haremos salir de allí -afirmó el oso.
En cuanto llegaron a la guarida de la zorra, el oso bramó:
-¿Qué clase de animal eres tú?
Y la cabra respondió:

Soy una cabra fuerte y sin complejos
y mil cornadas yo te asestaré:
¡por más quebrados que tenga los huesos,
ese gustazo, sí, me lo daré!
A coces al techo te haré llegar,
con estos cuernos te voy a ensartar,
y con un palo, al fin, te golpearé.

El oso también se asustó mucho y los tres se alejaron de pri­sa. En el camino, se encontraron con un puercoespín que les pre­guntó:
-¿Por qué tembláis tanto?
-¡Hay un animal feroz en la casa de la zorra! Es una cabra sin complejos que quiere darnos cornadas: dice que tiene quebrados los huesos, pero que no nos salvaremos de unos buenos azotes.
-Si vamos todos juntos, ya veréis como logramos echar a la cabra.
Y así fue. Se fueron todos hacia la guarida de la zorra. El puercoespín gritó:
-¿Qué clase de animal eres tú?
Y la cabra, como de costumbre, respondió:

Soy una cabra fuerte y sin complejos
y mil cornadas yo te asestaré:
¡por más quebrados que tenga los huesos,
ese gustazo, sí, me lo daré!
A coces al techo te haré llegar,
con estos cuernos te voy a ensartar,
y con un palo, al fin, te golpearé.

Pero el puercoespín no se asustó y les dijo a sus compañeros:
-Esta cabra es una fanfarrona, y lo único que sabe es jactar­se de cosas que no es capaz de hacer. No le tengo ningún miedo -dijo y le gritó a la cabra-: Cabra, sal de ahí y veremos qué sa­bes hacer.
La cabra respondió que en ese momento no le daba la gana salir.
Entonces el puercoespín se ovilló hasta formar una especie de bola, rodó por la casa de la zorra y clavó sus púas en el lomo de la cabra, justo donde el amo había dejado las marcas de sus azotes. La cabra dio un gran salto, se precipitó fuera de la guari­da y salió pitando. Así la zorra recuperó la tranquilidad de su casa.

125. anonimo (polonia)

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