Una vez, un campesino
dejó en el patio una tinaja de barro. Un ternerito curioso se acercó y, para
ver mejor, metió la cabeza dentro. Le resultó fácil hacerlo pero, cuando quiso
sacarla, todo intento fue vano.
El campesino oyó gritar
al ternero, corrió hacia él, lo cogió por la cabeza e hizo el esfuerzo de
liberarlo. Tiró del pescuezo, sacudió la tinaja, pero no había forma de que la
cabeza saliese. Desesperado, el campesino se acordó de un amigo, famoso por su sabiduría.
Fue a buscarlo y le pidió que acudiese en su ayuda.
El amigo sabio fue,
examinó atentamente al ternero y la tinaja, tiró, sacudió y, como no servía de
nada, se sentó a reflexionar: «¿Cómo hacer para sacar la cabeza del ternero?».
De repente, se incorporó
exclamando:
-¡Ya lo tengo!
Cogió un hacha y cortó el
pescuezo del ternero a la altura de los hombros. Luego, con ambas manos, aferró
la base del pescuezo, la alzó junto con la tinaja y la arrojó contra una
piedra.
La tinaja se hizo añicos y quedó al descubierto la
cabeza del ternero. El amigo sabio se la mostró con orgullo a su amigo y le dijo:
-¿Has visto cómo la he
hecho salir? Eres un hombre de suerte, fíjate. Piensa un poco: si no me
hubieses encontrado, ¿cómo habrías hecho para liberar a tu ternero?
165. anonimo (sri lanka)
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