Iba la hormiguita con la carga
sobre su cabeza y rezongando:
-¡Ay, pobre de mí! Parezco una
mula...
La araña, que escuchaba sus quejas
y era una buena amiga, pensó hacerle un regalo muy práctico para su cumpleaños.
Y así, se fue a su casa, se recostó en la pared y empezó a tejer sin descanso
una red de anillos tan grandes como cerezas, para que le sirviera como bolsa de
la compra. Llegado el día del cumpleaños de su amiguita, fue a su encuentro y
le dijo:
-Olvida tus penas, querida amiga.
Te traigo lo que mejor sirve para llevar las cosas.
La hormiga, viendo la red en la que
podía llevar sus mercancías con un mínimo esfuerzo, bailó de contenta:
-¡Oh, querida y sabia araña! ¡Nunca
me han hecho mejor regalo de cumpleaños! Gracias, gracias...
Y desde entonces, la hormiga
transporta sus paquetes sin dificultad.
999. anonimo
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