Una vez, todas las
liebres del mundo se reunieron bajo un enorme pino para decidir cuál sería la
manera más adecuada de mejorar la situación de su familia.
-No es justo que tengamos
miedo a todo el mundo y que nadie nos tenga miedo a nosotras -protestó una de
las liebres de más edad. Debemos escapar de gatos, perros y zorros. No sabemos
dónde construir nuestra madriguera y no tenemos un refugio siquiera para vivir
en paz con nuestros cónguges u con nuestros hijos. No hag sitio donde podamos
comer hierba tranquilas. Los seres humanos nos buscan para darnos caza. En
cuanto nos ven, gritan: «¡Mira allí, una liebre, cógela!». Así nuestra vida no
tiene sentido. Lo mejor que podemos hacer es tirarnos al estanque. Al fin y al
cabo, estamos condenadas a morir cualquier día de éstos.
Todas las liebres
estuvieron de acuerdo y se precipitaron en el estanque con la intención de
morir ahogadas. En la orilla del estanque, sin embargo, estaba pastando un gran
rebaño de ovejas. Al ver llegar a tantas liebres, las ovejas fueron presa del
pánico y se dieron a la fuga. Y el pastor y su perro debieron ir tras ellas.
Cuando las liebres vieron a las ovejas en fuga se echaron a reír y decidieron
que no tenía ningún sentido morir ahogadas. ¡Finalmente habían descubierto que
alguien les tenía miedo!
Las liebres continuaron
riendo, riendo, riendo y, de tanto reír, se les partió el labio. Y ésta es la
razón de que las liebres tengan, aún hoy, el labio hendido, que por eso se llama
labio leporino.
145. anonimo (estonia)
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