Mejor
es prevenir cuanto antes: esta historia no le agradará a todos. Es comprensible
y verán por qué: En el pueblo de Ardes-sur-Couze, en el Puy-de-Dôme, decidieron
un día construir un puente sobre un río para ir sin esfuerzo a una venerable
iglesia. El puente fue construido en piedra, de un solo arco y tan estrecho y
arqueado que, al entrar en él por un extremo, no podía verse se alguien
caminaba en sentido contrario. Así fue que, desde el primer día, dos gruesas
cabras se encontraron frente a frente. Ninguna de las dos quería ceder el paso,
por lo que llegaron a pelearse por pasar y a caer finalmente las dos en el
agua. Al día siguiente, le llegó el turno a dos burras. El mismo rechazo a
ceder el paso, la misma disputa y la misma caída en el río. En esas
condiciones, decidieron prohibir el paso por el puente a los animales. Pero al
tercer día, dos campesinas de los alrededores llegaron a encontrarse cara a
cara. No lo hicieron mejor que las cabras o las burras y su querella terminó en
el Couze... Por lo que inventaron un dicho: «Una cabra, una burra y una mujer,
tal para cual». ¡Ya les decía yo que habría alguien que se enojaría al leer
esta historia!
Traducción : Esperanza Cobos Castro
120. anonimo (francia)
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