-¡Ay!
-¿Pero, qué pasa?
-¡Oh…Ay!
-¿Pero... qué sucede?
-¡Ah... Ay... Ay!
-¿Qué es lo que hay?
-¡Oauh! ¡No hay nada...
nada!
-Pero, si no hay nada, ni
nadie: ¿Quién chilla?
-¡Oauhhhh! ¡Oauhhhh!
¡Sácame de aquí por favor! ¡No puedo más! ¡Oauhh... oauhhhhh!
-¡Es que no sé dónde
estás!
-¡Debajo... debajo...
debajo de tu pie!
Carlitos, era aún pequeño
pero el gran tamaño de su pie indicaba claramente que estaba creciendo a pasos
agigantados. Primero levantó un pie y no vio nada, después el otro y tampoco...
-¡Uff... menos mal que te
has apartado! ¡Qué mal lo estaba pasando!
-¿Dónde estás que no te
veo?
-¿Que no me ves? ¿y
tampoco ves mi pobre casa, que acabas de destrozar? ¡Bruto, más que bruto!
-Perdóname.... es que yo
no veo nada ¡Ay!
Carlitos, acababa de
sentir un tremendo pellizco debajo del pantalón, justo por encima de su
zapatilla deportiva. Se agachó rápidamente y propinó un tremendo manotazo sobre
la zona que le acababa de picar, por si se le había colado algún insecto
-¡Oahuuuu... ahora si que
me duele!
Algo cayó al suelo,
chillando de dolor
-¡Oahuuuu... bruto más
que bruto!
Carlitos se agachó y miró
aquello que se había caído de su pantalón
-¡Anda, pero si eres....
no puede ser... si eres!
-¡Sí, soy un duende! ¿qué
pasa?
-No... nada, sólo que yo
creía que los gnomos no existían... que eran pura fantasía
-¿Sí? ¡Ya te daré yo
fantasía...! te daré un bofetón, como el que tu me has propinado y verás que
clase de fantasía es esa. Y mi pobre casa destruida ¡Valiente fantasía la tuya!
-¿Tu casa? ¿no la veo por
ninguna parte? ¿dónde está?
-Querrás decir que dónde
estaba, porqué la has aplastado con tus patas de elefante
-¿Pero dónde...?
-Al lado mismo de tu pie
derecho: esa preciosa seta, roja y blanca, que tan buen cobijo me daba
Carlitos vio un hongo,
muy grande, que acababa de aplastar sin querer y exclamó:
-¡Si es una seta
venenosa!
-Y a mí que más me da, si
no era para comérmela ¿o acaso, te comerías tu casa?
-No, claro que no ¡Vaya
como lo siento, señor gnomo!
-¡Me llamo Gumersindo,
Gummy para los amigos!
-¡Bueno Gummy discúlpame!
-¿Acaso te he dicho que
seas mi amigo, para que puedas llamarme así?
-¡Perdone, Don
Gumersindo!
-¡Don Gumersindo... Don
Gumersindo!.. ¡ni que fuera un duende viejo de 500 años...! Prefiero que me
sigas llamando: Gummy
-¿Es que hay gnomos de
500 años?
-¡Uy... pues claro y de
1000 también! ¡Yo, por ejemplo, tengo 501…digo... 499...no vayas a pensar que
soy tan viejo! ¡Es que tú eres muy ignorante! ¿Sabes algo sobre nosotros, los
duendes?
-¡Sólo lo que contáis
bonitos cuentos!
-¡Cuentos…cuentos!
¡Pamplinas! La realidad es que vivimos desde siempre pero, somos tan listos,
que tan sólo los más listos que nosotros, nos han visto alguna vez
-¿Entonces, yo debo de ser
muy listo…aunque dice la maestra que podría estudiar mucho más...?
-¡Nada de listo... tu
eres un patán... y si no gastaras dos tallas más de lo que mide tu pie, jamás
me habrías pillado!
-¡Ya! es que mi mamá dice
que crezco demasiado deprisa y que, si comprara mi talla, no utilizaría los
zapatos más de una semana porque ya no me cabría el pie. ¡Además, los zapatos
buenos son muy caros...!
-¡Ya! ¿Y que culpa tengo
yo de que la vida vaya muy cara o de que crezcas tan deprisa? ¿No ves que casi
me apisonas? Además, con medidas tan grandes, podrías tropezar y, caerte encima
mío o de algún compañero, haciéndonos papilla
-¡Lo siento, yo...!
-¡Lo siento... lo
siento... así no se puede hacer nada!
-¿Qué quieres decir?
-¿Qué quieres decir...
que quieres decir?
-¿Porqué lo repites todo
dos veces?
-¡No, si encima te vas a
burlar de mi!
-¡No, de verdad que no.
Sólo que me parece raro que lo repitas todo!
-¡Te parece raro... te
parece raro..!
-¿Ves?
-¡Basta, a callar!
Carlitos se calló para no
enfadar más al pobre duende que había pisado y dejado sin hogar. Mientras
tanto, el gnomo, con la cabeza baja y las manos atrás, comenzó a pasear de
arriba a abajo, de abajo a arriba…hasta que, de pronto, se paró, levantó la
cabeza, miró fijamente al sorprendido Carlitos y sonrió:
-¡Ya sé lo que voy a
hacer! ¡Me iré a vivir a tu casa!
-¿Cómo?
-Sí, ya que has destruido
mi hogar, por lo menos deberás dejarme cobijar en la tuya
-¡Está bien, tienes
razón! Lo que no sé es como voy a explicárselo a mis papás
-¡Guarda el secreto!
-¡Imposible, yo a mis
papás siempre les digo la verdad!
-Bien, pues toma dinero
de tu casa y cómprame una seta de plástico para poder vivir
-Pero…es que no tengo
nada ahorrado y tampoco puedo quitárselo a mis papás. Yo lo siento pero es que
abrimos la hucha la semana pasada para hacerle un regalo a mi hermana. Aunque
si quieres... te prometo ahorrar, a partir de ahora, para comprarte una casa de
muñecas...
-¡No, no y no!... ¿Cómo
iba yo a vivir en una casa de muñecas? Todos vendrían a verme, a molestarme…y
yo lo que quiero es pasar desapercibido, para poder vivir tranquilo otros 500
años más. ¿Por qué te crees que vivía dentro de una seta venenosa?
-¡Pues no lo sé!
-Porque nadie se
atrevería a cogerla por miedo a envenenarse: así siempre me dejaban en paz y
pasan de largo... ¡Hasta que llegaste tú!
-¡Caray que listo que
eres!
-¿Verdad que sí?: son los
años, que me han hecho aprender muchas cosas, y mi gran curiosidad
-Entonces, Gummy: ¿Qué
puedo hacer para compensar el mal que te he hecho?
-Tranquilo, amigo
Carlitos, porque mereces ser mi amigo, ya que has pasado, con éxito, las cinco
pruebas mágicas
-¿Qué pruebas?
-Te lo voy a explicar: En
la primera de ellas, te he querido hacer enfadar, pero tú has sabido mantener
la calma; para la segunda, te he pedido tu casa y no me la has negado; como
tercera trampa, te he pedido que ocultes algo a tus padres y te has negado,
porque los quieres de veras. En cuarto lugar, te he pedido algo tan feo como
que robaras y tampoco lo has hecho, a pesar de ser por una justa causa
-¿Y la quinta?
-La quinta y la más
bonita es que te has ofrecido a ayudarme, incluso ahorrando para satisfacerme.
Por todo esto seré, para siempre, tu amigo, aunque nadie más que tú me podrá
ver jamás. Lo único que sucede es que...
-¿Qué.... qué sucede?
-Es que sólo puedes
pedirme tres deseos, antes del anochecer y, ya comienza a oscurecer. Después de
esta noche ya no te podré ayudar más y deberás conseguir todo lo que te
propongas mediante tu propio esfuerzo. Aunque, siempre que lo necesites, te
daré buenos consejos, nada más y tu deberás decidir, si los sigues o no.
-¡Yo, siempre seguiré tus
consejos, igual que hago con los de mis papás!
-¡Eso, sólo el tiempo y
tu orgullo lo decidirán, amigo Carlitos! Ahora dime: ¿Qué deseas?
-Yo... es que tengo todo
lo que necesito y lo que quisiera, no son más que cuatro juegos para el
ordenador, que mis papás me comprarán de todas formas, si me porto bien...
aunque, tal vez...
-¡Dime... di rápido, que
va a oscurecer!
-Bien, en primer lugar,
quiero un buen trabajo para mi papá, con más dinero, más seguridad en su empleo
y mejor considerado
-¡Concedido! además, para
eso no le va ha hacer falta ni cambiar de empleo, tan sólo cambiaré la forma de
tratarlo su jefe
-Como segundo deseo,
quiero que mi madre pueda hacer la carrera que tanto le había gustado y que
nunca pudo hacer por tener que cuidarnos
-¡Concedido! ¡Y ahora ya
sólo te queda un deseo: piénsatelo bien antes de formularlo!
-No tengo que pensarlo,
porque hace rato que ya lo decidí
-Pues dímelo rápido, que
apenas te queda tiempo
-¡Una gran seta para ti!
Una hermosa seta apareció
en el lugar donde antes, Carlitos, había pisado la humilde casa de Gumersindo
Gummy no pudo evitar unas
lágrimas de emoción que se convirtieron de inmediato en hermosas perlas de
color rosa. Gummy las cogió en sus pequeñas manos, que apenas podían con tanto
peso, y se las entregó a Carlitos
-Gracias amigo, toma este
regalo para que puedas ayudar aún más a tus papás que tanto quieres y ten por
seguro que, siempre que necesites a un buen amigo, aquí me encontrarás. Ahora,
vuelve a tu casa, antes de que se preocupen por tu tardanza. ¡Hasta luego,
amigo Carlitos!
-¡Hasta pronto, amigo
Gummy!
Carlitos, llegó a casa,
cantando y repleto de alegría. Sus papás se quedaron tan sorprendidos, al verlo
tan feliz, que no pudieron regañarlo por llegar tarde, además, tenían que
celebrar el ascenso de su papá y la decisión de su mamá de emprender su deseada
carrera. Carlitos no pudo evitar decir la verdad
-¡Ya lo sabía, me lo ha
contado Gummy!
Todos sonrieron y fue la
primera vez que no le creyeron, aunque a media noche, y a la misma hora, se
despertaron papá y mamá con la misma pregunta en sus labios:
-¿Quién es Gummy?
Por la mañana, se lo
preguntaron a Carlitos, que enseguida se lo explicó, pero tampoco se lo
creyeron. Se miraron, el uno al otro y comenzaron a hacerle cosquillas, en
medio de tremendas risas:
-¡Toma, por venirnos con
fantasías!
Cuanto más repetía
Carlitos, que todo era verdad, más cosquillas le hacían y más se divertían
-¡Fantasioso! ¡Más que
fantasioso!
Carlitos, estaba contento
de ver tan felices a sus papás, además, les había dicho toda la verdad. Y que le iba a
hacer, si no se lo creían. Lo importante es que eran muy felices y había
conseguido el mejor amigo que alguien pueda soñar.
999. Anonimo,
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