Erase un experto cazador que atrapó
a un grajo entre sus redes. El hombre, que procuraba proporcionar a su hijo
cuanto podía, le ató un cordel a una pata y se lo entregó al muchacho.
-Toma, hijo; haz lo que quieras con
este grajo.
El muchacho, que tenía buen
corazón, tomó al ave gran cariño y le daba su mejor pan y sus más dulces
frutas.
Sin embargo, el grajo permanecía
vigilante, pues no pensaba más que en escapar, ansiando su libertad.
Y por fin, le llegó un día la
ocasión y se liberó de la, esclavitud. Su alegría no duró mucho, pues fue
alcanzado por la flecha de un cazador y en el instante de morir, el grajo dijo
tristemente:
-Fui más feliz siendo esclavo que
ahora muerto.
999. Anonimo,
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