Los tres criados cayeron de
rodillas ante el que creían adivino, suplicando:
-No nos delatéis, tened piedad de
nosotros...
-Aquí tiene la sortija...
-Está bien; por esta vez, os
perdono.
Los tres ladrones se fueron tan
contentos y el mujik escondió la sortija del zar bajo una losa del suelo.
Por la mañana, cuando el monarca le
hizo comparecer ante su presencia, le dijo amenazante:
-Te quedan dos días y dos noches,
mujik...
-Me sobra todo ese tiempo, señor.
He adivinado que la sortija está escondida bajo el pavimento de la torre.
Y el zar fue a la torre y levantó
la losa que le indicaba el mujik, al que creía un adivino, y ¡allí estaba la
sortija perdida!
Dichoso por el hallazgo, el zar
recompensó largamente al mujik, en cuyo hogar siempre hubo abundancia.
999. Anonimo,
No hay comentarios:
Publicar un comentario