Un lobo viejo y enfermo, sintiendo
cercana la muerte, hacía un examen de su vida pasada.
-Ciertamente que soy un granuja
-decía, pero creo que los hay mayores. He cometido algunas faltas, pero
también he hecho muchas obras buenas. Recuerdo que una vez, a un cordero que
balaba perdido del rebaño, lo tuve tan cerca que bien hubiera podido apretarle
el gañote, pero le dejé marchar.
Un zorro que escuchaba sus
consideraciones ponía cara de circunstancias y siguió oyendo al lobo, que
decía:
-En otra ocasión, oía las burlas
que de mí decía una oveja, y pasé de largo, viendo que no había por allí ningún
perro que la amparase.
-Cierto, cierto -dijo el zorro, sin
poder contenerse. Todo eso puedo atestiguarlo, porque todavía recuerdo bien
las circunstancias; fue cuando te viste casi ahogado con aquel hueso que la
grulla te sacó de la garganta, ¿recuerdas?
-Siempre vienes a estropearme mis
alegrías -gritó el lobo, que fue a morirse a un lugar más solitario.
999. Anonimo,
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