El gigante volvió de sus vacaciones, y encontró que los niños habían
invadido su jardín y jugaban en él. Se enfadó mucho, les echó a todos, puso
candado a la verja... y un invierno frío y oscuro cayó poco a poco sobre el
jardín.
El gigante se preguntaba, un poco extrañado:
‑¡Qué raro! ¡No recuerdo ningún invierno tan frío!
Pasaron los meses, pero la primavera no llegaba nunca en el jardín del
gigante, y él estaba muy triste:
‑¿Cuándo se vio un invierno tan largo? ‑se decía.
Una mañana, vio que en una esquina del jardín habían florecido las flores y
lucía el sol; allí jugaban varios niños, que habían entrado por un agujero que
había en el muro.
El gigante egoísta comprendió al momento. Tomó un gran mazo, y a golpes
derribó toda la muralla que rodeaba su jardín.
Inmediatamente, una primavera más florida que nunca se instaló allí, con
todos los niños de la ciudad, que jugaron todos los días en la casa del
gigante, a su alrededor.
¡Y en aquel jardín, nunca más hubo invierno!
999. Anonimo
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