Hoy era un día feliz para
Kan, hoy cumplía 12 años y su padre había prometido concederle el mayor de los
tesoros. Una espada de Samurai. Naturalmente no sería una espada de doble
diamante como la de su padre, sería una sencilla espada katana. Lo demás habría
de ganárselo por si mismo. Era un inmenso honor el que le hacía su padre. A
partir de ahora dejaba de ser un niño para convertiste en todo un aprendiz de
Samurai. Un brillante futuro se presentaba por delante si estaba dispuesto a
aprender y a trabajar. Y kan lo estaba desde lo más profundo de su corazón.
Su padre Kazo estaba
frente a él, solemne e imponente como era natural en su persona. El anciano
Samurai aparentaba mucha menos edad de la que realmente tenía, solo su larga
cabellera blanca y unos ojos llenos de sabiduría rebelaban su verdadera edad.
Su armadura de General Samurai reflejaba los dorados rayos del sol como si
fuera de oro mientras que los dobles diamantes engastados en la empuñadura de
su propia espada katana formaba un doble arco iris enlazado en su base. Kazo
había luchado mil batallas y formado a cientos de Samurais, y por fin hoy iba a
instruir a su propio hijo. Un acontecimiento que llevaba esperando desde hace
doce años. En sus manos sostenía la futura katana de su hijo, un arma poderosa
que debía usarse con sabiduría. Kan debía entender que lo más importante de un Samurai
no era su arma, sino su sabiduría y su honor.
La cara de Kan
resplandeciente de honor y gozo al recibir su espada, llenó el corazón de su
padre de un orgullo como nunca antes había sentido. Ahora ya era oficial, el
joven aprendiz había superado todas las sutiles trampas que se le habían
tendido y por sus propios méritos se había convertido en uno más del clan.
Esa misma noche, después
de las celebraciones y las risas, padre e hijo se sentaron juntos alrededor de la hoguera. La noche era
cálida y en el cielo lucían las estrellas como luciérnagas en un estanque, la
Luna llena brillaba con fuerza, como si quisiera arropar al joven Samurai con
sus rayos de luz.
-Hijo mío -La voz de Kazo
era grabe, relajante y penetrante como las caricias de una madre.
-Hoy has dado un paso muy importante en tu vida. Has dejado de ser una persona normal, has dejado el bosque para introducirte en el camino de la vida por el sendero del Samurai. Has superado la trampa invisible que tienden los fantasmas del miedo y del fracaso. Nunca luches contra los fantasmas del miedo, ellos harán que todos los problemas parezcan agolparse para vencerte y doblegarte, cuando estos fantasmas te ataquen, no te defiendas, sigue adelante enfrentándote a los problemas uno a uno. Ese es el único secreto del éxito hijo mío.
-Hoy has dado un paso muy importante en tu vida. Has dejado de ser una persona normal, has dejado el bosque para introducirte en el camino de la vida por el sendero del Samurai. Has superado la trampa invisible que tienden los fantasmas del miedo y del fracaso. Nunca luches contra los fantasmas del miedo, ellos harán que todos los problemas parezcan agolparse para vencerte y doblegarte, cuando estos fantasmas te ataquen, no te defiendas, sigue adelante enfrentándote a los problemas uno a uno. Ese es el único secreto del éxito hijo mío.
-Si padre, estas semanas
las dudas recorrían mi mente -Kan miraba a la Luna en busca de fuerzas para expresar lo que
había sentido -no sabía si sería capaz de llegar al final, tenía miedo de
entrar en la senda del Samurai por miedo al fracaso, por miedo a decepcionarte,
por miedo a que se rieran de mi los demás mientras no domine todas las técnicas
como lo hace un Samurai de verdad. Era un dolor intenso -dijo mientras su mano
se posaba en su estomago -como si me clavaran afiladas agujas en el estomago.
Pero me di cuenta que si no empezaba, habría fracasado aun antes de intentarlo.
-Sus ojos se clavaron en los de su padre.
-No se si llegaré algún día a ser un Samurai tan bueno y poderoso como tú padre, pero ten por seguro que lo intentaré hasta con el ultimo vestigio de mi alma, nunca me rendiré al camino. Siempre seguiré adelante.
-Sus ojos se clavaron en los de su padre.
-No se si llegaré algún día a ser un Samurai tan bueno y poderoso como tú padre, pero ten por seguro que lo intentaré hasta con el ultimo vestigio de mi alma, nunca me rendiré al camino. Siempre seguiré adelante.
Kazo no podría estar más
orgulloso. Su hijo poseía una fuerza que le conduciría allí donde el quisiera.
Por que nadie mejor que el viejo Samurai sabía que él mayor secreto para
conseguir en la vida lo que se desea es el no rendirse jamás. A su tierna edad
ya conocía ese secreto sin duda llegaría muy lejos, mucho más lejos que su
padre el General de Generales.
-Hijo, ahora eres parte
de los Samurais y por lo tanto has de regirte como tal -El viejo Samurai cogió
un grueso leño y se lo paso a su hijo.
-Parte este leño hijo mío, se que puedes
hacerlo.
-Pero padre, este leño es
muy grueso, -dijo el joven abatido- y yo solo tengo doce años, aun no soy un
hombre maduro. No tengo la fuerza suficiente.
-Claro que tienes la
fuerza hijo, pero tu fuerza no esta en tus músculos -sentenció a la vez que
rodeaba con su grande y cálida mano el estrecho brazo de su hijo -Si no en tu
cabeza, es en tu inteligencia y en tu fuerza de voluntad donde posees la
energía suficiente para realizar todo aquello que desees. Si piensas que no
eres capaz de hacerlo... seguramente nunca serás capaz. Sin embargo, si estás
convencido de que es posible, y desde el fondo de tu corazón brilla la verde
llama de la esperanza y la fe en ti mismo. Podrás hacer lo que desees, solo
habrás de buscar el medio.
-Pero padre... -Kan
quería creer a su padre, era un Samurai y los Samurais nunca mienten. Entonces
debía existir una forma... pero cual -¡Ya se! Ahora yo también soy un Samurai,
¡puedo hacer lo imposible!
Y desenfundando por
primera vez su espada katana lanzó con todas sus fuerzas un terrible golpe
contra el tronco... consiguiendo que la katana se incrustara fuertemente dentro
del tronco. Kan intentó sacarla de un tirón, pero sus esfuerzos eran inútiles.
Estaba demasiado fuertemente enganchada. Se estaba poniendo muy nervioso, y si
no fuera por que la cálida mano de su padre le calmó, como tantas veces había
hecho de pequeño, se habría echado a llorar.
-Tu intento ha sido digno
de elogio Kan, pero has de aprender antes de hacer.
-El viejo samurai tomo entre sus manos la espada de su hijo y con un giro rápido de muñeca extrajo la espada del tronco.
-Has de fijarte pequeños objetivos, fáciles de cumplir con tus capacidades, para conseguir lo que deseas.
-Dicho esto devolvió la espada a su hijo.
-Primero intenta crear una zanja en el tronco, no de un golpe directo, si no de dos curvos que te ayuden a debilitar la rama.
-El viejo samurai tomo entre sus manos la espada de su hijo y con un giro rápido de muñeca extrajo la espada del tronco.
-Has de fijarte pequeños objetivos, fáciles de cumplir con tus capacidades, para conseguir lo que deseas.
-Dicho esto devolvió la espada a su hijo.
-Primero intenta crear una zanja en el tronco, no de un golpe directo, si no de dos curvos que te ayuden a debilitar la rama.
Kan lanzó un tajo curvo y
cortante que hizo saltar unas astillas del tronco, a continuación lanzó otro en
dirección opuesta que hizo que casi la mitad del tronco se dispersara por el
suelo. Animado repitió la operación y unos instantes después el grueso tronco
reposaba en el suelo, partido en dos pedazos y un montón de astillas.
-¡Tienes razón padre! El
tronco entero era demasiado para mí, pero poco a poco he logrado debilitarlo y
al final yo he vencido. Si hubiera pensado que no podía, nunca lo hubiera
intentado. ¡Pero decidí que era capaz, que debía de existir una manera de
cortarlo y la encontré!
-Siempre existe una
manera -la voz del viejo Samurai penetro en los oídos de su hijo grabando estas
palabras a fuego -siempre existe una manera de lograr lo que deseamos.
-Y para ello debemos
hacer lo que sea padre -pregunto inocente-mente Kan.
Kazo se alarmo, no quería
que su hijo le interpretara mal, siempre había que regirse por el honor y la
generosidad, pero una ve que vio la inocente mirada de su hijo, la calma se
apoderó otra vez de su corazón.
-Hijo, Puedes conseguir
todo lo que desees en la vida solo con que ayudes a otras personas a conseguir
lo que ellas desean.
-No entiendo padre.
-Tú sabes que el granjero
siempre recoge más de lo que siembra ¿No es así? -kazo sabía que su hijo había
ayudado a sembrar a sus vecinos y se había quedado maravillado al ver como
crecían las planas día a día y como de un puñado se semillas surgían, con el
tiempo, cientos de sabrosos frutos
-Pues igual que el
granjero siempre recoge más que lo que siembra, tu debes saber que no estas
solo y has de ayudar todo lo que puedas a tu equipo, si lo haces así después
recogerás la cosecha más fructífera que nunca ayas soñado.
Kan quedó pensativo,
todavía era muy joven para entender todas las palabras de su padre, pero el
sabía que su padre siempre había sido generoso y gracias a ello había llegado a
ser un general de generales, por eso decidió firmemente que él haría lo mismo.
-Padre, tengo una duda
que me atormenta -se sinceró Kan- antes no te la quise decir por que hoy es un
día de dicha. Pero no concuerda con lo que me acabas de decir.
-¿Si hijo?
-Ayer conté a mis amigos
del pueblo que me iba a convertir en Samurai, que aprendería los secretos de
nuestro arte y que me convertiría en el tipo de guerrero más poderoso que
existe -los ojos de Kan se clavaron en el crujiente fuego- y los otros niños
se rieron de mí, me dijeron que era un blandengue, que todo eran mentiras y que
tuviera cuidado por que lo más seguro es que me dieran una paliza los
verdaderos Samurais por mentiroso y que luego me echarían a la hoguera. ¿he de
ser generoso también con esos niños padre?
-Hijo... -Una sonrisa de
comprensión surcaba los labios del viejo Samurai, a él le había pasado lo mismo
en su juventud y sabía que las mismas personas que hoy criticaba y
ridiculizaban a su hijo, mañana serían sus más fervientes admiradores por su
valentía y coraje.
-Hay una forma muy fácil de evitar las criticas...
-Hay una forma muy fácil de evitar las criticas...
-¿Cual es padre?
-Pregunto entusiasmado Kan.
-Pregunto entusiasmado Kan.
-... simplemente no seas
nada y no hagas nada, consigue un trabajo de barrendero y mata tu ambición. Es
un remedio que nunca falla.
-¡Pero Padre! Eso no es
lo que yo quiero, yo quiero ser fuerte y poderoso como tú, tengo aspiraciones y
sueños que quiero cumplir en la
vida. Y solo tengo esta vida para hacer esos sueños realidad
¿Como me pides que haga eso?
-Entonces Kan, ten mucho
cuidado con los ladrones de sueños - dijo Kazo misterioso
-¿Los ladrones de sueños?
-El niño Samurai miro
temeroso a su alrededor
-¿Que son? ¿Demonios de
la noche? ¿Duendes malignos? ¿Seres tenebrosos?
-No hijo, son tus amigos
y personas cercanas a ti -los ojos de su hijo lo miraban con una expresión
triste, como si le acabara de caer el mundo encima - No te preocupes, solo son
amigos tuyos, mal informados que quieren protegerte, quieren todo el bien para
ti y que no sufras, por eso intentarán detenerte en todos los proyectos que
hagas, para evitar que fracases y te hagas daño.
-Pero entonces son como
los fantasmas del miedo y del fracaso, quieren mi bien y sin embargo me
infringen el mayor daño que puede existir. Róbame mis sueños, mis ambiciones y
por tanto las más poderosas armas que tengo de alcanzar lo que yo quiero. Si
nunca lo intento... nunca lo conseguiré. ¡Es cierto que si lo intento puedo
fracasar, sin embargo también puedo tener éxito y conseguir lo que yo quiero!
-Eso es hijo y además,
sin quererlo, acabas de descubrir tus tres armas más poderosas.
-¡Cuales! dímelo -su
ilusión ante la perspectiva de tener más armas era enorme.
-La primera el
Entusiasmo, si crees en lo que haces y de verdad te gusta podrás conseguirlo
todo y debes creerlo con todos los vestigios de tu ser.
Kan asintió con la
cabeza, temeroso de interrumpir a su padre.
-La segunda ¡El Empuje!
Has de aprender y trabajar, aprender y trabajar y después... enseñar, aprender
y trabajar. Solo con el trabajo conseguirás tus objetivos. Si pretendes
aprovecharte de la gente solo encontraras el fracaso, sin embargo, si trabajas
con honor, en equipo y siempre intentas superarte... no habrá nada que pueda
pararte.
Kan poso la mano en su
corazón y se prometió a si mismo, en absoluto silencio que siempre trabajaría
con honor y que nadie le pararía.
-Y tercer la Constancia -los ojos de
Kan preguntaban a su padre que era la constancia, acaso no era lo mismo que el
empuje - ¡La Constancia
hijo mío, es la capacidad de aguantar en los tiempos duros y seguir trabajando
para que vengan los tiempos buenos, la constancia es el Arte de Continuar
Siempre! Tú ahora acabas de empezar y mañana empezarás a practicar con los
Samurais. Al principio, después de cada entrenamiento, te dolerán los músculos
y estarás cansado, tendrás ganas de abandonarlo todo por que pensarás que esto
es demasiado duro para ti. Pero si eres Contante y continúas apren-diendo y
practicando, poco a poco tu cuerpo se irá adaptando y desarrollando, así como
tu mente. Y veras como cada vez las cosas te resultarán más fáciles y obtendrás
más resultados y más fácilmente. Los comienzos son siempre duros hijo, y solo
si eres Contante tendrás el éxito asegurado.
Kazo vio como su joven
hijo asentía medio dormido. Ya era tarde y hoy había aprendido más que en toda
su vida. EL viejo Samurai cogió a su joven hijo y ahora aprendiz de su arte en
sus brazos, levantando, a pesar de su avanzada edad, como si de una pluma se
tratara.
Su hijo le susurro algo
al oído como "¡gracias papa!" antes de quedarse dormido. El general
de generales se preguntó si realmente su hijo seguiría al pie de la letra todos
los consejos que hoy había aprendido. Sabía que si así lo hacía llegaría aun
más alto de lo que él, general de generales, había logrado.
999. Anonimo
No hay comentarios:
Publicar un comentario