Un orgulloso escarabajo vivía en las cuadras del Emperador, y una mañana
fue expulsado de ellas, pues las estaban limpiando concienzuda-mente los
criados. El escarabajo se enfadó.
‑¡Zaflos! ¡No me volveréis a ver! ‑dijo al marcharse.
Vagó por el jardín buscando estiércol, y se encontró con una decente
familia de escarabajos que vivía entre los cerdos.
‑¿Quieres casarte con mi hija? ‑le ofreció el padre escarabajo.
‑¡No, naturalmente! ‑exclamó él. ¡Pues vaya partido...!
Le encontró el hijo del jardinero, que le puso en su honda y le lanzó por
los aires sin ninguna consideración.
Voló varios metros, hasta entrar en la cuadra y caer sobre un caballo.
‑¡Ahora lo entiendo! -dijo.
¡Limpiaban la cuadra para el caballo que iban a regalarme! ¡Claro! ¡Soy tan
importante....!
Los habitantes de la cuadra y el mismo caballo rompieron a reír, pero ni
siquiera eso hizo comprender al escarabajo el ridículo de su soberbia tremenda.
999. Anonimo
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