Un cabritillo que se
había extraviado en la montaña fue a encontrarse con un lobo.
-¡Ay! -exclamó el
cabritillo muerto de miedo. Sé que no me serviría de nada correr porque me
alcanzarías, y ya que voy a servirte de alimento, ¿quieres hacerme un favor?
-¡Vaya con el
cabritillo! ¿Y qué es lo que quieres? -preguntó el lobo.
-Que alegres los últimos
minutos de mi vida tocando la gaita. Sé que lo haces muy bien. Y yo bailaré
para no sentirme triste.
-Si no es más que eso te
complaceré repuso el lobo.
Empezó a tocar la gaita
que emitía sonidos estridentes y el cabritillo bailaba.
El ruido de la gaita
atrajo a los perros de una granja próxima y el lobo al verlos tiró la gaita y
huyó como un rayo.
Cuando se vio a salvo,
en lo alto de una roca pensó:
-Ese cabritillo se ha
burlado de mí ¡Qué vergüenza! Me está bien empleado.
Si yo no sabía tocar,
¿por qué tuve que hacer de gaitero?
Y desde aquel día no
hizo otra cosa que aullar y aullar, que era lo suyo.
999. Anonimo
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