12. Cuento popular
Éstos eran cuatro
estudiantes que se hallaban una vez sin dinero pa comer. Y dijeron:
-Pues vamos a ver cómo
sacamos cuartos pa comer.
Y entonces dijo uno de
ellos:
-Pues miren ustedes, que
yo pongo la carne.
-Muy bien, muy bien -dijeron
los otros.
Y otro dijo entonces:
-Pues yo pongo el pan.
Y otro dijo:
-Pues yo pongo el vino.
Y el cuarto dijo:
-Pues yo pago la fonda pa
que nos preparen todo.
Y va el de la carne a
misa y sale de la iglesia muy guapo y va adonde está el pavero cuidando sus
pavos y le dice:
-Oiga, usté, que dice el
obispo que haga el favor de escogerle dos pavos de los mejores que tenga.
Y el pavero escogió de su
manada los dos mejores pavos que había y se los entregó al muchacho. Y el
estudiante le dijo:
-Ha dicho el señor obispo
que después de misa se los pagará. El pavero dijo que estaba bien y se fué
aquél con sus dos pavos pa donde estaban los otros.
Y entonces fué el del pan
a una fonda y escogió una cesta y le pidió a la patrona un delantal blanco y
fué a la panadería y le dijo al panadero que le pusiera allí una docena de
bollos, una docena de galletas y unos cuantos churros. Y en la mano llevaba él
un pezgote de pez. Y luego que el panadero le dió lo que pedía, cogió a correr
con la cesta llena de bollos, galletas y churros. Y el panadero, cuando le vió
correr, salió y le gritó:
-Oiga, usté, el de la
cesta, espere un poco, que no me ha pagao.
Y al dobiar una esquina,
sacó el pezgote y se lo puso en el ojo derecho, y cuando el panadero le vió, le
dijo:
-Hombre, usté perdone; no
es usté. Márchese usté. El que se fué sin pagarme se ha escapao por aquí, pero
no sé ande se habrá ido.
Y se fué el estudiante pa
la fonda donde esperaban los otros, y allí mandaron preparar todo. Y el otro
pidió una botella de vino y comieron y bebieron a su gusto. Y después que
comieron y se divirtieron bien, la pidieron la cuenta a la patrona y ella les
dijo que era sesenta reales. Y pronto dijo uno de los estudiantes:
-Voy a pagar yo.
-Y otro dijo:
-No; no pagas tú. Yo voy
a pagar.
-Que no -dijo el tercero,
que el que va a pagar soy yo.
-Que no y que no -dijo el
cuarto; voy a pagar yo.
Y así estuvieron riñendo
por largo rato, hasta que dijo uno de ellos:
-Bueno, pues miren
ustedes. Vamos a taparle los ojos al ama, y el que ella pille, ése paga.
Y dijo el ama que estaba
bien y le taparon los ojos. Y al momento que le taparon los ojos, se salieron
aquéllos a la calle y echaron a correr. Y la patrona andaba buscando a ver a
quién pillaba y no encontraba a nadie. Y en ese momento subió su marido y le
cogió y le dijo:
-Tú pagas.
Y le dijo él:
-Ya lo creo que tengo que
pagar. Ya te la dieron. Te vieron cara de tonta y te la dieron.
Y pasó algún tiempo y el
marido de la patrona todavía andaba buscando a los estudiantes. Y un día se
encontró con uno de ellos y le dijo:
-Hombre, ¿te acuerdas que
en tal tiempo comistes en mi casa con unos compañeros y no nos pagastes?
Ahora tienes que pagar.
-Sí, sí -le dijo el
estudiante, pero ya no están mis compañeros.
-Pero eso no importa. De
todos modos tienes que pagar.
Y como no quiso pagar,
fué el hombre y le demandó a juicio Y tuvieron que ir a presentarse delante
del juez. Y el estudiante le dijo al hombre:
-Pero, hombre, mira que
yo no puedo ir porque no tengo capa. ¿Como me voy a presentar delante del juez
así sin capa y sin nada?
Y el hombre le dijo:
-Hombre, por eso no hay
cuidao, que yo te prestaré la mía. Vamos caminando. Y le prestó su capa al
estudiante y se fueron adonde el juez.
Y llegaron a declarar y
el juez le preguntó al amo de la ¡onda:
-Bueno, ¿qué pide usté?
-Pues, señor juez, que
este muchacho comió en mi fonda hace ya unos meses con otros tres y no nos
pagaron nada y no quieren pagar. Ahora dice que no paga porque los otros no
están y qué sé yo.
Y
entonces el juez le preguntó al estudiante:
-Y usté, ¿qué tiene que
declarar?
-Que no, que no le
debemos nada. Como si ahora dice ese señor que esta capa es suya, ¿va usté a
crerle?
Y el otro dijo en
seguida:
-Que sí; claro que es
mía. Como que ahora mismo se la he prestao pa que viniera delante el juez.
¡Venga acá con ella!
-¡Vaya usté con Dios! -le
dice el juez. Dice usté que este muchacho le debe por la comida en la fonda y
que no le quiere pagar, y ahora quiere usté hacerme crer que todavía le ha
prestao la capa. No, señor; no, señor; ésa no pasa. ¡Vaya usté con Dios!
Fuente:
Aurelio M Espinosa
003. España
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