7. Cuento popular
Juanito era un muchacho
muy pícaro que a todos les jugaba trampas, y por'eso la gente le decía Juanito
Malastrampas. A todo el mundo le debía, a uno tres mil reales, a otro cuatro
mil, a otro cinco mil, y así a todos.
Le apremiaban tanto las
personas a quienes debía dinero, que un día discurrió hacerse el muerto para no
pagar y que no le llevaran al presidio. Pues se hizo el muerto. Le llevaban al
camposanto y le metieron primero en la iglesia. Allí dejaron el cuerpo una noche,
y a las doce de la noche entraron en la iglesia unos ladrones a robar. Robaron
todo lo que pudieron.
Había un sastre a quien
Juanito Malastrampas debía un real. Este sastre, cuando supo que Juanito se
había muerto, se fué para la iglesia y en el camino decía:
-Tú no me has pagao el
real y por eso te voy a quitar la mortaja.
Pero al entrar en la
iglesia, vió a los ladrones y se metió debajo de las andas.
Cuando los ladrones
creyeron que ya habían robao bastante para todos, se pusieron a repartir las
alhajas y todo. Si eran trece ladrones hicieron catorce montones. Entonces uno
de los ladrones dijo:
-¿Para quién es este
montón que sobra?
Y el cabecilla respondió:
-Ese montón es para el
que le dé una puñalada al difunto.
Se acercó uno a darle la
puñalada al difunto, y al levantar la mano con el puñal, Juanito Malastrampas
dió un salto de la caja y gritó:
-¡Salgan todos los
difuntos!
Y el pobre sastre que
estaba escondido debajo de las andas, más muerto que vivo, respondió:
-¡Aquí estamos todos
juntos!
Los ladrones se
atemorizaron y salieron huyendo de la iglesia, y Juanito y el sastre se
repartieron todo lo que los ladrones habían robao. Pero el sastre todavía le
decía a Juanito:
-¡Dame mi real! ¡Dame mi
real!
Y los ladrones, que habían
aparecido a la puerta de la iglesia, cuando oyeron la gritería por un real, dijeron:
-¡Caramba, que mejor es
irnos! Aquí nos hacen pedazos por un real.
Y se fueron.
Juanito se fué para su
casa con sus riquezas robadas. Y un día compró dos conejos. Llegó un hombre y
Juanito le dijo que esos conejos iban a buscar un hombre dondequiera que se
encontrara. Y soltó uno de los conejos y le dijo que se fuera para la casa de
un hombre a buscarlo. Y era la casa donde había comprao el conejci, y por eso
el conejo se fué derecho.
Entonces el hombre,
cuando vió eso, le dijo a Juanito:
-Hombre, véndame usté ese
otro conejo. ¿Cuánto quiere por él?
-Dos mil reales.
Le dió a Juanito los dos
mil reales y se fué con su conejo. Otro día envió al conejo a buscar un ladrón
que le había robao, pero el conejo no volvió.
Se fué en seguida a casa
de Juanito para matarle. Juanito le vió venir y tendió a su mujer lo larga que
era en el suelo, y le dijo que se hiciera la muerta. Entonces colgó sobre ella
las tripas de un carnero que todavía chorreaban sangre.
Llegó el hombre y
preguntó por Juanito. Salió Juanito y a vista del hombre cortó con un cuchillo
las tripas del carnero, salió la sangre y así creyó el otro que había Juanito
matao a su mujer. Iba el hombre a salir huyendo de la casa, pero Juanito le
dijo:
-Aguarde usté un momento,
que voy a revivir a mi mujer.
Cogió una flauta y se
puso a tocar. Conforme iba tocando, la mujer comenzaba a menear la cabeza, y al
último toquido de la flauta se puso de pie. El otro estaba maravilloso y le
dijo a Juanito:
-¿Cuánto quiere usté por
esa flauta?
-Cuatro mil reales.
Y Juanito se la vendió.
Se fué aquél con su
flauta para su casa y le dijo a su mujer que en vez de reales traía ahora una flauta
que resucitaba a los muertos. En seguida cogió un cuchillo y destripó a su
mujer, la cual cayó al suelo muerta. Entonces cogió su flauta y empezó a tocar.
Pero la mujer no resucitaba. Tocó y tocó, pero la mujer no resucitó.
Cuando vió el nuevo
engaño de Juanito Malastrampas, se decidió ir a buscarle con unos amigos suyos
para que no se les pudiera escapar. Fueron y le cogieron, y le metieron en un
saco para echarle al mar. Al pasar por una tarberna, le dejaren allí fuera en
el saco y entraron a beber unas copas. En eso pasó por allí un pastor que
pasteaba un rebaño. Y Juanito Malastrampas estaba gimiendo:
-¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!
-¿Qué hay, hermano? -le
preguntó el pastor.
-Que me quieren casar con
la hija del rey y yo no quiero.
-Pues yo sí me caso. Yo
me meteré en el saco.
Entonces el pastor desató
el saco, salió Juanito Malastrampas y se metió el pastor. Juanito entonces ató
bien el saco y se fué con las ovejas como dueño de ellas.
Volvieron los otros,
cargaran con el saco y lo echaron en el mar y se ahogó pobre pastor.
Y al otro día pasó
Juanito Malastrampas por el pueblo con su rebaño de ovejas, y los que creían
que le habían echao en el mar estaban muy maravillaos.
-Hombre -le decían, ¿que
no le tiramos en el mar? ¿Cómo es que ahora anda por aquí con tantas cabras y
tantas ovejas?
Y él respondió:
-¡Nada, señores! Si en el
mar las he cogido.
Y como iba a la orilla
del mar y el rebaño se reflejaba en el agua, les dijo:
-Miren ustedes. Si está
lleno el fondo del mar de cabras, ovejas y carneros.
Y entonces todos ellos se
tiraron para salir con rebaños, pero todavía no han salido.
Fuente:
Aurelio M Espinosa
003. España
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