Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

8-2-2015 a las 21:47:50 10.000 relatos y 10.000 recetas

10.001 relatos en tiocarlosproducciones

10.001 recetas en mundi-recetasdelabelasilvia

Translate

lunes, 15 de octubre de 2012

Juan de las cabras


3. Cuento popular

Juan de las Cabras era pastor de cabras. Cuidaba de las cabras de su padre y todos los días las lleva­ba a pacer al mismo prao. Y el padre le dijo un día:
-Pero, hijo, no lleves las cabras al mismo sitio todos los días. Ya ese lugar está bien pelao y ya no hay nada yerba. Ora llévalas a otro sitio por ai.
Y ya otro día cogió Juan y llevó las cabras a pacer a un prao que estaba cerca de la huerta de ande vivían unos frailes. Y ai entraron las cabras a pacer y Juan se quedó dormido a la sombra de un árbol, y cuando despertó ya no vió cabras ni nada. Y sospe­chó que se habían metido en la huerta de los frailes y fué a preguntarles si ai estaban sus cabras. Pero como los frailes ya las habían encerrao, le contesta­ron que no, que ai no estaban las cabras. Y los frailes lo que querían era pillárselas todas.
Conque vuelve Juan a su casa sin cabras y le dice su padre:
-Bueno, ¿y ande están las cabras?
Y Juan le responde:
-Pues por ai andaban paciendo junto a la huerta de los frailes, y yo me dormí y cuando me desperté ya no estaban las cabras, pero creo que los frailes las tienen. Y el padre le dijo:
-Y ahora, ¿qué vamos a hacer?
-No se apure, padre -le contestó Juan, que yo sé como arreglármelas.
Y fué Juan y se vistió de fraile pobre, casi de men­digo, y se fué pal convento ande vivían los frailes. Y llegó y salió uno de los frailes y le preguntó qué quería, y él le dio que nada, que le había cogido la noche en su viaje pa una ermita y que les rogaba le permit.irián pasar por ai la noche. Y fiié el fraile y les dijo a los otros que ai estaba un pobre fraile que pedía posada por la noche. Y tuvieron lástima de él y le dijeron que entraría.
Y entró y le dieron de comer. Y por la noche, como no había cuarto con cama donde durmiera, dijo él que no hacía falta cama, que él dormiría en el suelo en cualquier rincón y que se iría por la mañana tem­prano. Y los frailes, como le vián tan sucio y tan haraposo, no le convidaban a dormir con ellos. Y el padre dijo que se vendría con él a su cuarto y con él dormiría. Y fué con el padre y se acostaron.
Y a media noche, cuando ya estaban todos dormidos, se levantó Juan y sacó un palo que traía y le arrimó al padre una paliza tan fuerte que casi le mató. Y cuando le daba los palos, le decía:
-Yo soy Juan de las Cabras, que vengo por la primera paga.
Y el pobre padre le rogó de por Dios que le deja­ría, y Juan le cobró tres mil reales y le dejó, y se fué a casa con su dinero. Y fué ande su padre y le contó io que le había pasao y le dijo que después iba a cobrar más. Y el padre le dijo:
-Muy güeno, muy güeno. Ora sí has hecho bien.
Y fué Juan otro día y se vistió de médico y fué ande los frailes, y ellos, cuando le vieron, le dijeron Que el padre estaba malo de una paliza que le habían dao y que entrara a ver si le curaba. Y entró Juan y esaminó al padre, y dijo que le dieran papel pa es­cribir una receta. Y escribió algo y se lo dió a uno de los frailes pa que fuera al pueblo a traer la melecina. Y cuando ya se había ido, Juan dijo:
-¡Hombre, qué demonios! ¡Si se me había olvidao lo principal!
Y escribió algo en un papelito y envió a otro fraile al pueblo con otro recao. Y a pocos momentos, dice otra vez:
-¡Hombre, qué cosas tengo hoy! ¡Si se me ha ol­vidao otra cosa que nos hace falta!
Y escribió qtra vez en un papelito y envió a otro fraile al pueblo. Y así estuvo escribiendo papelitos y enviando frailes al pueblo hasta que no quedó ni uno en el convento y se quedó él solo con el padre. Y entonces saca su palo otra vez y me le arrea otra tanta de panadera que antes. Y el pobre padre le pedía misericordia y le decía que le dejara. Y Juan, cuando le daba la paliza, le decía:
-Yo soy Juan de las Cabras, que vengo por la segunda paga.
Y le cobró al padre otra vez tres mil reales, y cogió y se fué ande el padre a contarle lo que le había pasao. Y el padre le dijo:
-Muy güeno, muy güeno. Ora si has hecho bien.
-Eso no es todo -le dijo Juan. Ora verá usté como cobro más por las cabras que nos robaron.
Y fué otro día y encontró a un vago en el camino y le dice:
-Oye, tú, ¿eres tú muy ligero? ¿Puedes correr mu­cho, pero mucho, que no te pueda alcanzar nadien?
-Sí, sí, yo puedo correr mucho. Cuando yo salgo corriendo, nadien me alcanza.
-Güeno, pues vente conmigo, que yo te pago el jornal.
Y le llevó al convento de los frailes y le dijo:
-Mira, tú te escondes detrás de esa puerta y yo rie escondo detrás de la otra que estás detrás del con­vento. Y cuando yo llegue, gritas tú, «¡Yo soy Juan de las Cabras, que vengo por la tercera paga! ¡Yo soy Juan de las Cabras, que vengo por la tercera paga!»
Y así lo hicieron. Y cuando ya Juan de las Cabras había llegao a la otra puerta, comenzó el vago a gritar:
-¡Yo soy Juan de las Cabras, que vengo por la tercera paga! ¡Yo soy Juan de las Cabras, que vengo por la tercera paga!
Y los frailes, cuando oyeron esos gritos, dijeron:
-¡Ai viene ese pícaro otra vez! ¡Pero esta vez no se nos escapa!
Y cogieron palos y salieron tras él. Y aquél echó a correr, que apenas le alcanzaban a ver el polvo. Y todos los frailes salieron del convento y echaron a correr con ganas de cogerle y darle una buena zurra.
Y luego que ya estaban todos lejos del convento, entró Juan y le arrimó al padre que estaba en la cama otra paliza. Y el padre gritaba y le suplicaba que le dejara. Y Juan seguía dándole palos y dicién­dole:
-¡Yo soy Juan de las Cabras, que vengo por la ter­cera paga! ¡Yo soy Juan de las Cabras, que vengo por la tercera paga!
Y cobró por la tercera vez tres mil reales, y cogió su dinero y se fué pa su casa.

Fuente: Aurelio M Espinosa

003. España

No hay comentarios:

Publicar un comentario