Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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lunes, 15 de octubre de 2012

La muerte madrina .024

Éste era un matrimonio que tuvieron un hijo. Y tan contentos estaban con él que no sabían a quién elegir de padrino. Decía el marido:
-Onque se presentase San Pedro, no le querría de padrino para nuestro hijo, porque ése repartió muy mal el capital. A unos dejé mucho, y a otros no nos dejó nada. A nadie buscaría de madrina más que a la muerte, que nos ha hecho a todos iguales.
Ellos que estaban hablando ésto, cuando se presentó la muerte y les dice:
-Yo vengo a ser madrina de vuestro hijo.
Fué madrina la muerte. Y le prometió al ahijao que no se moriría nunca mientras no rezase un padre­nuestro. Además, les mandó a los padres que estudiase el hijo la carrera de médico, que hiciese que la estu­diaba, que onque no la supiese que era lo mismo, que ella le diría el modo de curar.
Y fué creciendo el chico. Y cuando ya tenía conoci­miento, le dijeron los padres lo que le había pronos­ticado la muerte, que no moriría mientras no rezase un padrenuestro.
El chico se fingió médico y se le apareció la muerte y le dijo:
-Mira, cuando vayas a visitar a un enfermo, si me ves a mí a los pies, receta cualquiera cosa, una purga, una taza de hierba buena, en fin cosas que no tengan importancia, porque el enfermo no muere. Y si me ves a la cabecera, es inútil que recetes, porque el en­fermo se muere. Pero, guárdate bien de desobedecerme en lo que te digo; entonces, tiembla.
Sucedió que se puso mala una hija del rey y habían liamao ya a todos los médicos del reino, prometiéndo­les que el que curase a su hija se casaría con ella. Llegaron a palacio los rumores de ese médico tan bue­no que todo lo curaba, y el rey le mandó llamar y le dijo:
-Si ustez cura a mi hija, se la daré por mujer.
Entonces el médico entró a visitar a la enferma, y ¡oh sorpresa!, cuando vió a la muerte a la cabecera de la joven. Fl médico temblaba al ver allí a la muer­te, y al ver a aquella joven tan hermosa que se moría sin remedio.
Entonces el médico desobedeció, y como nadie le vía, coge a la muerte y la cambea de la cabecera a los pies. Entonces la muerte se puso irritada y le diio que muy pronto se las había de pagar, que aquella misma noche le llevaría con ella.
El pobre médico se encontraba perplejo; pero como la muerte no se meneó de los pies de la enferma, el médico pudo recetar a la joven, y nada más darle la medicina que le dispuso, azto continuo la joven empezó a mejorar.
El rey estaba loco de contento. Y el médico se casó con la hija del rey nada más que ponerse ella buena. Pero la muerte estaba furiosa y no hacía más que perseguirle, y le decía:
-No lograrás vivir con tu esposa. Por desobediente, el mismo día de la boda vas a morir.
Se prepararon las bodas y el médico se acordó de la promesa que le había dicho la muerte, que mientras no rezara un padrenuestro nunca se moriría.
Se casaron sin que de la boca del médico saliese una oración. Por la tarde del día de la boda, salieron la princesa y el médico a dar un paseo por el jardín que tenían en las afueras del palacio. La muerte, que síempre estaba en acecho y que no quería más que atraparle, en el camino por donde iban ellos se fingió de un pobre que se había muerto en el camino. Y en­tonces, al llegar allí la princesa y el médico, se asus­taron y dice la princesa:
-¡Pobre hombre! Vamos a rezar un padrenuestro.
Y entonces él no se acordó de la promesa de la muerte y se puso a rezar el padrenuestro con su es­posa. Nada más terminar de rezarle, se levanta la muerte y le dice:
-Ha llegao tu hora. Ya te dije: «Tiembla el día que me desobedezcas». Me desobedecistes y ahora en este momento ya no eres nadie.
Y el pobre médico se quedó muerto en el instante.

24. Cuento popular

Fuente: Aurelio M Espinosa

003. España

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