Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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lunes, 15 de octubre de 2012

El santo cristo viejo


22. Cuento popular

Éstas eran dos hermanas, la una rica y la otra pobre. Y la pobre iba a trabajar a la casa de la rica pa mantener a sus hijos. Y de lo poco que le daba la rica llevaba todos los días a su casa poco que comer. Un día llevaba unos garbanzos, otro día unas migajas de pan que habían sobrao de la mesa, y otro día un cacho de pan que le habían tirao al perro.
Y un día que estaban haciendo la limpieza de la casa de la rica, se encontró la rica con un santo cristo muy viejo y se lo dió a la hermana pobre y le dijo:
-Toma este santo cristo que ya está muy viejo y no sirve pa nada. Llévatelo pa tu casa.
Y la pobre lo recogió y esa noche se lo llevó pa su casa junto con unas migajas de pan y unos garban­cillos. Y salieron sus hijitos a encontrarla y les dijo:
-Mirá, hijos, qué santo cristo más bonito me ha dao mi hermana. Vamos a ponerlo en la mesa pa que nos ayude y nos bendiga.
Y ya entró la mujer y lo puso en la mesa. Y luego sacó sus garbanzos y sus migajas de pan y se puso a hacer una sopa pa sus hijitos. Y cuando ya estaba la sopa hecha, la puso en la mesa y llamó a sus hijitos a comer. Y antes de empezar a comer, le dijo la mujer al santo cristo:
-Santo Cristo, ¿quieres comer con nosotros?
Y el santo cristo no contestaba. Y a ese momento llamaron en la puerta y salió la mujer a ver quién era. Y ya vió que era un pobre viejo que venía p:dien­do que comer. Y la mujer le dijo que entrara y entró el viejecito y le dió la mujer unos mendrugos de pan y un poco de sopa.
Y se fué el viejecito y empezaron otra vez a comer y le dijo otra vez la mujer al santo cristo:
-Santo Cristo, ¿quieres comer con nosotros?
Pero el santo cristo no contestaba. Y a ese momento volvieron a llamar en la puerta y salió la mujer a ver quién era. Y vió que era otro viejecito que andaba pidiendo que comer. Y la mujer le dijo que entrara y entró y le dió unos mendrugos de pan y un poco de sopa.
Y se marchó el viejecito, cuando empezaron otra vez a comer y le dijo la mujer otra vez al santo cristo:
-Santo Cristo, ¿quieres comer con nosotros?
Y el santo cristo no contestaba. Y a ese momento llamaron por tercera vez en la puerta y salió la mujer a ver quién llamaba, y halló a otro viejecito que pedía que comer. Y la mujer le dijo que entrara y entró y le dió unos medrugos de pan y un poco de sopa.
Y luego que se marchó el último viejecito se senta­ron otra vez la pobre y sus hijitos a comer, y otra vez le dijo la mujer al santo cristo:
-Santo Cristo, poco nos queda que comer, pero, ¿quieres comer con nosotros?
Y entonces habló él santo cristo y le dijo:
-Tres veces te he pedido de comer y tres veces me has dao, y por eso te voy a premiar. Sacúdeme y verás lo que pasa.
Y cogió la mujer al santo cristo y le dió una sacu­dida y cayeron muchos billetes de dinero. Y la mujer pobre quedó rica.
Conque otro día fué la pobre a casa de la rica y le contó lo que le había pasao. Y dijo la hermana rica:
-Pues mira que yo tengo un santo cristo mucho más bonito y más rico y verás como lo voy a convidar a comer pa ver si me regala mucho dinero.
Y fué y preparó un banquete muy elegante y puso en el medio de la mesa un santo cristo de plata muy precioso que tenía y se sentó a la mesa a comer. Y antes de comenzar a comer, le dijo al santo cristo:
-Santo Cristo, ¿quieres comer conmigo?
Pero el santo. cristo no contestaba. Y en ese mo­mento llamaron en la puerta. Y salió la señora a ver quién era y vió que era un pobre viejo que pedía que comer. Y la rica le dice:
-Anda, viejo andrajoso, a pedir a otra puerta, que aquí no hay nada pa los limosneros.
Y se fué el pobre viejo y entró ella a comer. Y antes de empezar, le dijo otra vez al santo cristo:
-Santo Cristo, ¿quieres comer conmigo?
Pero el santo cristo nada contestaba. Y llamaron en ese momento otra vez en la puerta. Y salió la rica otra vez a ver quién era y vio que era otro pobre viejo que pedía que comer. Y la mujer, ya un poco enfada­da, le dice:
-¡Vamos con los viejos sucios que no quieren tra­bajar!
Y ya entró a comer y le dijo otra vez al santo cristo:
-Santo Cristo, ¿quieres comer conmigo?
Pero nada contestaba el santo cristo. Cuando llaman otra vez en la puerta y la mujer, ya muy enfadada, sale a ver quién llama, y al ver que era otro pobre viejo que andaba pidiendo, le dice:
-¡Vamos con tanto limosnero cochino! ¡Vaya usté a otra puerta, que aquí no hay nada pa usté! ¡Anda con tanto viejo limosnero!
Y entró en su casa otra vez pa comer. Y otra vez le dijo al santo cristo:
-Santo Cristo, ¿quieres comer conmigo?
Y entonces le contesta el santo cristo:
-Tres veces te he pedido que comer y tres veces me lo has negao, y por mala te voy a castigar.
Y dentro de poco tiempo se le murieron a la her­mana rica todos sus hijos y perdió todos sus bienes y se le quemó hasta la casa. Y se fué a pedir limosna en casa de su hermana. Y la hermana le dió la mitá de su riqueza.

Fuente: Aurelio M Espinosa

003. España

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