25. Cuento popular
Una mujer casada deseaba
tener un hijo. Y Dios le dió por fin un hijo. Pero al nacer, le dijon que a los
veintiún años el hijo tenía que morir horcao.
Y ya iba creciendo el
niño y los padres se ponían muy tristes cuando se acordaban de lo que le había de
pasar. Y un día el hijo le preguntó a su madre por qué estaba tan triste y ella
le contó todo. Y él entonces les dijo a sus padres:
-Yo entonces me marcho de
casa a correr por esos mundos.
Y la madre le dijo:
-No, hijo mío, que no te
vayas, que te van a horcar y no te veremos más.
Pero como él insistió, ya
su madre le dió un libro de oír misa y le dijo:
-Mira, hijo, lleva este
libro, y en cada pueblo que llegues, tienes oue oír la primer misa.
Y se fué el muchacho por
el mundo alante. Y al primer pueblo que llegó, preguntó:
-¿A qué hora es la primer
misa?
-A tal hora.
Güeno, pues así, a cada
pueblo que llegaba siempre oía la primer misa.
Y ya llegó un día a otro
pueblo onde hizo la misma pregunta.
-¿A qué hora es la primer
misa?
Y le dijon:
-Hombre, la primer misa
en este pueblo es a las doce de la noche en punto. Y ni sabemos quién la dice.
A esa hora nadien va a oír misa en este pueblo.
Y ya les contó él que
tenía que oír esa misa porque su madre le había dicho que en cada pueblo que
llegara siempre tenía que oír la primer misa.
Conque llegaron las doce
y se fué en casa del señor cura por las llaves de la iglesia. Y como eran las
doce en punto, empezaron a tocar las campanas sin que nadien supiera quién las
tocaba.
Y se fué el joven pa la
iglesia y abrió la puerta y entró. Conque ya vió que se levantó una losa y
salió un esqueleto y se fué a la sacristía. Y el joven le siguió y le ayudó a
revestirse con los hábitos del cura. Y el esqueleto se puso a decir misa y el
joven le ayudó.
Y concluída la misa, se
fué el esqueleto a la sacristía y el joven le ayudó a quitarse los hábitos y
los guardó. Y entonces el esqueleto, que era el alma de un cura que venía al
mundo a penar por sus culpas, le dijo:
-Vete y lleva las llaves
al señor cura. Ya que has oído la misa, te puedes ir sin cuidao y puedes
contarle al cura todo lo que has visto. Yo era una ánima que estaba penando y
tú me has sacao de penas. Y ahora serás defendido por mí donde quieras que
andes.
Y ya fué el joven a
llevarle al cura las llaves de la iglesia y le contó todo lo que había visto. Y
otro día se fué el joven del pueblo siguiendo su camino alante.
Y ya faltaban solamente
dos días pa que se llegara el plazo cuando le tenían que horcar. Y se le
apareció el alma del cura y le dió un caballo blanco y una bolsa de dinero y le
dijo:
-Vete ahora pa tu casa y
nada temas.
Y se marchó el joven en
su caballo blanco pa su casa con su bolsa de dinero en las alforjas. Y en el
camino se encontró con unos ladrones que estaban haciendo la cuenta de un robo.
Y oyó que decían:
-A tanto tocas tú. A
tanto tocas tú. A tanto toco yo.
Y al llegar él de noche,
se espantaron los ladrones y dejaron allí su dinero. Y cogió él el dinero y
siguió su camino, cuando ya vió que los ladrones volvían y decían:
-Ése es. Ese del caballo
blanco es el que nos ha robao. Ése es.
Y le cogieron y le
colgaron. Y le colgaron el día que se le cumplió el plazo de los veintiún años.
Y allí le dejaron colgao los ladrones y se fueron.
Y apenas se habían ido
los ladrones, cuando llegó el alma del cura y le descolgó. Y de allí se fué a
su casa y llegó bien y les contó a sus padres todo lo que le había pasao.
Fuente:
Aurelio M Espinosa
003. España
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