9. Cuento popular
Juan Tonto y María la Lista estaban casaos. Él era
el hombre más tonto del pueblo y su mujer era la más lista. Vivían en el pueblo
de Cuevas y todos los días tenía que ir el marido a Peñafiel a las tiendas.
Y un día salió Juan pa
Peñafiel y le dijo a su mujer:
-Bueno, mujer, dime qué
quieres que te traiga.
Y ella le dijo:
-Quiero que me traigas un
cochinito.
Y se fué Juan pa
Peñafiel. Compró el cochinito y se vino con él pa su pueblo. Y al salir de
Peñafiel, le dió un azote en el c y le dijo:
-Anda, anda; vete ande la María , que ella te tendra el
duerno ai detras de la puerta.
Y se fué él solo pa su
casa. Y al llegar a su casa, le dijo a su mujer:
-¿Ha venido el cochinito?
-¿Qué cochinito? -le dijo
ella.
-Pues, hija, si he
comprao un cochinito muy gordito, y le he dao un azote en el c y le he dicho
que se vendría ande la María.
Y le dije que ya le tendrías el duerno detrás de la puerta.
Y la mujer le dijo:
-¡Tonto, más que tonto!
¿Cómo iba a venir solo el cochinito? ¡Tonto, más que tonto! Tenías que haberle
atao al rabo de la burra, tonto.
Güeno, pues que otro día
le envió la mujer a Peñafiel y le dijo que compraría una caldera. Y se fué
Juan pal pueblo y llegó y la compró. Y la ató al rabo de la burra y así se fué
pa su casa. Y al llegar a Cuevas, salió su mujer y vió que traía la caldera toa
rota atada al rabo de la burra y le dijo:
-Pero, tonto, ¿no ves que
traes la caldera toa rota?
-Pues, mujer, ¿no me has
dicho que tenía que haberla atao al rabo de la burra?
-El cochinito dije que
tenía que haber atao al rabo de la burra, no la caldera, tonto. Eres tonto, más
que tonto. La caldera tenía que haberla traído puesta a la cabeza.
Y otro día salió otra vez
pa Peñafiel y le dijo su mujer que le compraría un pez pa arreglar la caldera.
Y fué Juan y compró el
pez y se lo puso a la cabeza y salió pa su casa. Y en el camino hacía mucho
calor y se derritió todo el pez y llegó tno lleno de chorreteras hasta la panza
de la burra. Y cuando se fué a apear, estaba pegao a la burra. Y María al
verle, le dijo:
-Pero, tonto, ¿qué has
hecho? Eres tonto, más que tonto. Tenías que haberlo traído envuelto en un trapete
mojao con agua y de en cuando en cuando mojarle con agua en las fuentes.
-Pues, hija, ¿no me has
dicho que lo traería puesto a la cabeza?
-La caldera, que no el
pez, tonto.
Y otro día le dijo María
que fuera al pueblo a comprar sal. Y le dió un talego pa que echaría la sal. Se
subió Juan en la burra y se fué. Y allá compró la sal y la echó en el talego. Y
lo envolvió en un trapete que se halló en el camino y así lo venía mojando en
todas las fuentes del camino. Y cuando llegó a Cuevas ya la sal toda se había
salido con el agua. Y cuando la mujer fué a sacar la sal, no había nada y le
dijo a Juan:
-Pero, hombre, ¿qué has
hecho ahora? Si no hay nada sal.
Y él la dijo:
-Pues, hija, si yo la
traía bien envuelta en ese trapete y en todas las fuentes la he venido mojando.
-Tonto, más que, tonto.
Por eso no ha llegao nada. Toda se ha salido con el agua, tonto. No sé qué
hacer contigo, tonto. Eres tonto, más que tonto.
-¿No me has dicho que
vendría mojando el trapete en las fuentes?
-El pez, que no la sal,
tonto. La sal tenías que haberla traído en las alforjas.
Conque otro día envió
María a Juan a comprar unos cacharros. Y fué Juan al pueblo y los compró y se
vino pa su casa con los cacharros bien metiditos en las alforjas. Y cuando
llegó, todos estaban rotos. Y cuando la mujer los sacó y vió que todos estaban
rotos, dijo:
-¡Ay, Dios mío! ¡Lo de
siempre! Con este tonto no se puede hacer nada.
Y él la dijo:
-Pues, hija, ¿no me has
dicho que echaría los cacharros en las alforjas?
-La sal, que no los
cacharros, tonto.
Y ai con ésa ya la mujer
no quiso enviarle otra vez a las tiendas. Y le dejó en la casa para que cuidara
una pava que tenían echada con muchos huevos, y se fué ella a las tiendas.
Y luego que María se fué,
cogió Juan a la pava y la mató y la guisó y se la comió. Y luego fué él y se
metió en el nido a sacar los huevos. Y llegó su mujer de Peñafiel y como él no
bajaba, le gritaba:
-Baja, hombre, a meter la
burra.
Y Juan la gritó desde
arriba:
-¡Estoy en clo! Estoy en
clo!
Y bajó ella de la burra y
subió a ver qué había, y le halló echao sobre los huevos, la mitá rotos. Y la
mujer se desesperó y dijo:
-¡Dios mío! ¡Dios mío!
Todo lo haces mal, Juan Tonto. Eres más que tonto.
Y entonces, otro día le
envió la mujer por leña, y le dijo que subiría en la burra. Y fué Juan Tonto y
se subió en la burra y ai se quedó en la cuadra, sin salir al monte. Y se estuvo
todo el día. Y cuando vió la mujer que no volvía, fué a la cuadra y le vió
subido en la burra y le dijo:
-Pero, hombre, ¿qué estás
haciendo ai?
-¿No me has dicho que me
subiría en la burra?
-Te he dicho que te
subirías en la burra pa ir a por leña. No te he dicho que te estarías todo el
día en la cuadra, tonto. Eres tonto, más que tonto. Todo Io haces mal, Juan
Tonto.
Y otro día fué ella misma
y le subió en la burra y la sacó de la cuadra y la puso en marcha pal monte. Y
como la burra sabía el camino, llegó Juan al monte. Y allá se apeó de la burra
y empezó a cortar leña por toas partes. Y llegaron los guardias y le dijeron
que no cortara por ai, que cortara solamente en un lugar. Y Juan Tonto no les
hacía caso y seguía cortando leña por toas partes. Y vinieron entonces los
guardias y mataron a Juan Tonto.
Y cuando ya no volvió
Juan a casa, la mujer fué a ver por qué no venía y le halló muerto en el monte.
Fuente:
Aurelio M Espinosa
003. España
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