Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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viernes, 23 de enero de 2015

Un bien con un mal se paga .591

Era una viejita que tenía un hijo tonto. Y que el tonto le pidió permisio a la madre para salir a rodar tierra. Y se va el tonto por una huella para los campos, y en un barrancón encuentra un tigre, que lo había apretado el barrancón. Y entonce el tigre le pide por favor al tonto que lo saque.
-No -le dice el tonto, vos me vas a comere. Entonce le contesta el tigre:
-Cómo le vuá comere con el bien tan grande que me va hacer.
Entonce se pone a trabajar el tonto y lo saca al tigre del barrancón.
-Bueno -le dice el tigre, ahora yo me lo como.
Entonce el tonto se defendía que cómo lo iba a comere si lo había sacado de un gran peligro.
Entonce le dijo el tigre:
-Yo me lo voy a comere no más porque un bien con un mal se paga.
Entonce le dice el tonto que tenían que ver a un juez y que lo que sentenciase el juez eso iba a ser. Entonce lo acetó, el tigre y tomaron la huella. Por áhi encuentran un caballo viejo que 'staba en una sombra.
-¿Quere que aquél sea el juez? -dice el tigre.
-Güeno -le dice el tonto, que sea ése el juez.
Entonce cuando el caballo vido al tigre quiso disparar, pero 'taba tan flaco que no podía andar. Entonce le dice el tigre:
-No dispare amigo, que vengo a que nos sirva de juez.
Entonce le conversaron lo que había pasado. Entonce sentenció el juez, que sí se lo debía comere porque un bien con un mal se paga. Que él le había prestau muchos servicios al amo y que él lo había botau al campo a que se muera de viejo y de flaco.
Bueno, entonce el tonto dijo:
-Yo rechazo este juez, no me ha sentenciado bien.
Y le acetó, el tigre. Siguieron la huella. Por áhi divisan una zorra. Entonce le dice el tigre:
-Güeno, que aquella sea el juez.
-Güeno, que sirva de juez y que venga.
El tigre había sido compadre de la zorra. Y se acercó la zorra. Ya después que se saludaron, y todo eso, le conversaron el asunto que cómo habían recurrido al juez. Y entonces la zorra le dice:
-Sí, compadre tigre, debe comerseló porque un bien con un mal se paga, pero asigún y conforme. Mire, el juez tiene que ver cómo estaba para poder sentenciar.
Se volvieron los tres adonde 'taba el tigre apretau. Llegaron. Entonce le dice la zorra:
-Usté, compadre, pongasé tal como estaba y el señor le va dejar quer el peñasco.
El tigre sin querer se puso ande estaba y el tonto le dejó quer el peñasco. La zorra lo comenzó a zalameriar al tigre y le dice:
-¿Así 'taba compadre?
-Sí, comadre, así 'taba, pero hagamé sacar el peñasco.
Pero áhi no más la zorra y el tonto se fueron y lo dejaron al tigre apretado.
-Bueno, entonce -le dice la zorra al tonto- ahora que li salvau la vida, ¿cónque me va a pagar usté?
Él le dice:
-¡Soy tan pobre que cónque le voy a pagar!
-¿No tiene gallinas?
-Sí, tenimos unas gallinitas.
-Mañana traigamé una.
La zorra le enseña la casa ande vivía y por donde se las iba a llevare. Llega el tonto a la casa de la zorra con la gallina. Entonce le dice la zorra:
-Larguemelá por áhi, no más.
Que era una playa ande le dijo. Al momento la zorra mató a la gallina y se metió en la cueva.
-Mañana traigamé otra -le dijo al tonto.
Al otro día le llevó otra gallina el tonto. Entonces se anotició de un vecino que tenía unos perros galgos.
-Y traigamé otra -le vuelve a decir la zorra.
-Yo le voy a tráir tres -le dice el tonto.
Y echó dos perros galgos en la bolsa, y en la boca 'e la bolsa iba una gallina. La zorra empezó a preguntar:
-¿Y qué tráis áhi?
-Le traigo todas las que quedan pa no 'star viajando tanto.
Y entonce como de costumbre le dijo:
-Larguemelás por áhi no más.
Así que le largó la gallina, y cuando la zorra iba a comer la gallina, le largó los galgos. Entonce la zorra salió disparando y se alcanzó a entrar a la cueva. De allá le empezó a decir al tonto:
-Vea qué cierto es lo que dijo mi compadre tigre, que un bien con un mal se paga. Yo t'hi salvau la vida, y ahora me querís matar.
Entonce 'taba retándolo al tonto y se da güelta para atrás y se ve la cola que se le había engrifau con el susto, y le dice:
-Ve, de esta cola sucia me hicieron los perros unas cuantas escapadas; me la hi de hacer cortar.
Y sin darse cuenta viene retrocediendo hasta la puerta de la cueva. Y áhi li alcanzan la cola los galgos y la sacaron y la mataron.

Ramón Tapia Ponce, 71 años. Libertad. Rivadavia. Mendoza, 1951.

Agricultor en el cultivo de los viñedos de la comarca. Buen narrador.

Cuento 591. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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