Un
chacarero tenía un chancho engordando en un chiquero. Y tenía un
burro que trabajaba todo el día, haciendoló trair leña. Y también
un gato, un gallo, un pavo y un pato.
El
chancho 'taba sin trabajar y comiendo todo el día. Cada vez que
pasaba al lado del chiquero el burro, se reía y le decía:
-Pero,
compadre, parece que a usté lo hacen trabajar, y yo tengo la vida de
regalón.
Entonce
el burro le decía:
-¡Ah!,
eso de comer y no trabajar, en algo viene a parar.
Entonce,
sucedió un día que todos los de la casa fueron a ver al chancho. Y
entonce el hombre le dijo a la mujer que fuera a preparar los tachos
con agua caliente para carniar al chancho. Y el chancho sintió todo.
Y en la noche, aprovechó la noche para romper el chiquero y irse al
monte.
Entonces
vino la casualidá que al burro le habían encajado una paliza, y
resolvió también mandarse a mudar.
Esa
noche, mientra preparaban los cuchillos y los tachos con agua
caliente, oyen los otros animales la conversación de que 'taban por
matar el chancho. Y ellos vieron que lo mismo les iba a pasar a
ellos, y también resolvieron irse. Bueno... y se fueron en la noche.
Y luego en la madrugada se juntaron en el monte. Y el burro le
pregunta al chancho:
-¿Qué
le pasa, compadre?
-Y
-dice el chancho, parece que me iban a
carniar hoy, y me disparé a tiempo.
-¿No
le decía, compadre, que eso de comer y no trabajar en algo viene a
parar? -le dice el burro.
-¿Y
usté, compadre?
-A
mí me dieron una paliza que me han lastimado por todas partes, y no
me quise quedar más.
Y
también los otros animales dijeron que habían sentido que lo iban a
comer al chancho, y que eso mismo les iba a pasar a ellos, y
resolvieron irse.
Todos
los animales hicieron una compañía para salir todos juntos. Y
siguieron camino en el monte. Hasta que por ahí llegó la noche.
Iban la bulla conversando en el monte. Y ellos tenían miedo a los
tigres. Y entonces dicen cómo van hacer para correr a los enemigos.
Entonce cada uno tiene su parte para hacer ver que eran muy malos.
Y
siguieron. Y ya llegaron a un lugar donde había tigres cerca. Y el
gallo subió a un árbol y empezó a cantar arriba y a gritar como
valiente. El gato agarró y empezó a rajuñar
los árboles, con toda su fuerza. El burro rebuznaba y pegaba patadas
por todos lados. El chancho se revolcaba y gruñía. El pavo gritaba
y iba di un lado para otro.
Entonce
esta bulla y ruido se oía de donde 'taban los tigres. Y el tigre más
viejo lo manda al zorro que era su sobrino que viera qué gente
estaba ahí y qué hacía.
-Te
voy a mandar a ver quiénes son ésos -le dice el tigre.
-Bueno
-dice el zorro.
Y
agarró el zorro y fue despacito al ruido de la bulla. Y llegó entre
los pastos despacito. Y vio el zorro todo lo que hacían estos
viajero y estaba muy sorprendido de verlos que parecían tan malos. Y
en eso lo vieron al zorro y lo sacaron corriendo, que ya lo mataban.
Y el zorro pegó unos saltos y hizo unas cuantas gambetas entre los
montes hasta que se libró de los perseguidores, y llegó a la casa
de los tigres, que ya no podía más.
-¿Qué
te pasa, sobrino, que venís tan asustado? -le dijo el tigre.
-¡Usté
no sabe, tío, lo que hay ahí! -le dice el zorro. Hay un ejército
de gente muy mala.
Y
el tigre le preguntó qué había visto, y entonces él le contó:
-Hay
uno que parece un general, que está arriba del árbol, con una gorra
colorada, echando pecho. Ése canta y manda para todos lados, y mira
si lo obedecen. Se ve que es muy malo y mandón.
Ése
era el gallo, que siempre estaba en el árbol para ver si había
algún peligro.
-Abajo
hay un hombre con una punta de cuchillos en cada mano. Y los afila y
los está probando en los árboles, para matar al que se acerque.
Claro,
ése era el gato que sacaba las uñas y rajuñaba las ramas y los
yuyos.
-Y
hay un hombre gordo y de mucha fuerza, que insulta y que atropella
para pisotear y matar al que agarre a mano. Ése es un hombre feroz
que deshace todo.
Ése
era el chancho que se revolcaba y atropellaba para acá: y para allá.
-Hay
un hombre grande, que se ve que tiene muchísima fuerza y pega unos
gritos muy feos y golpea con unas mazas muy pesadas que hace polvo
todo lo que golpea.
Éste
era el burro que andaba rebuznando y las patadas y los manotazos de
aquí para allá.
Hay
otro hombre más chico que anda echando más pecho que el general,
que se ve que es muy atrevido, y ése debe ser el más malo. Cuando
me vieron y me sacaron corriendo, ése gritaba:
-¡Larguemelón
para mí! ¡Larguemelón para mí!
Claro,
éste era el pavo.
-Cuando
me alcanzaron a ver me sacaron corriendo que ya me alcanzaban. Me
pude escapar agata porque soy corredor, que si no me matan entre
todos. Ésa es gente muy mala que van a matar a todos los que viven
en estos lugares.
Y
los tigres estaban tan asustados con lo que contaba el zorro, que
agarraron y se mandaron mudar de la zona para siempre. Y dejaron
todos los víveres y los agarraron los animales viajeros. Y se
quedaron a vivir tranquilos en ese lugar hasta que se murieron.
Cirilo
Bustamante, 38 años. Chacharramendi. La Pampa, 1955.
Trabajador
rural. Oyó contar éste, y otros cuentos, a un viejecito de Limay,
de donde el narrador es originario.
Cuento
624. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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anonimo (argentina) - 048
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