Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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viernes, 23 de enero de 2015

Los viajeros .617

Éste qu'era un burro, un carnero, un gato, un chiñi, un pavo y un gallo que salieron de viaje. Al burro le pusieron unos yoles. Fueron por áhi. Hallaron una cabeza de tigre, vieja ya. Se agachó el gallo, la alzó y la echó a las árganas. En la noche, hicieron noche muy cerca de la casa de unos tres gauchos.
Bueno... Llegaron, le sacaron las árganas al burro. Hicieron juego porque hacía un frío bárbaro esa noche. Cenaron y después el burro y el chiñi se jueron a andar. El pavo y el gallo se subieron a un arbolito. Y el gato con el carnero se quedaron en la oría del juego. Bueno... que dice uno de los gauchos, el más cobarde:
-Voy a ir a ver qué dicen esos amigos que están áhi.
Se jue. Llega y dice:
-Buenas noches.
-Buenas noches -le contestaron el gato y el carnero.
Le pusieron asiento. Se sentó. Que le dice el carnero al gato:
-Poné esa cabeza de tigre que se ase, pa que le hagamos cariño a este amigo.
Entra la manito el gato a los yoles y saca la cabeza de tigre y dice:
-¿Ésta?
-No, es' otra más grande.
Cuando dijo esto el carnero, el gaucho se las echó. Llegó sin respiración a la casa y los compañeros le dicen:
-¿Qué te pasa que volvís tan ligero?
-Callensén, parecen que son muy malos. Tienen unos yoles llenos de cabezas de tigre.
-¡Pero, hombre, que sos cobarde! -le dicen.
-Yo me voy a ir -dice otro y se fue.
El gato y el carnero estaban sentaos a la oría del juego. Llega éste y dice:
-Buena noche.
-Buena noche le contestan.
Le pusieron asiento. Se sentó. Áhi no más lo vuelve a mandar el carnero al gato:
-Sacá una cabeza de tigre, asala pa que le hagamos cariño a este mozo.
Mete la manito el gato al yole, la agarra con las uñas y levanta la cabeza y dice:
-¿Ésta?
-No, es'otra más grande.
La baja y la vuelve a levantar.
-¿Ésta?
-No, es' otra más grande, te digo.
Cuando dijo esto el carnero, el gaucho buscó la puerta. Entonces el carnero le alcanzó a dar un bote y lo tiró pal lau de ajuera de la casa. Jue a dar lejos. Llega a la casa y le dicen:
-¿Qué te pasa, hom? ¿Qué te pasa?
-Pucha, qui 'bían síu malos. Tienen los yoles llenos de cabezas de tigre. Ese mozo, poncho blanco, mi ha dau un sopapo que mi ha tirau lejos.
-Pero, que son flojos y cobardes -que les dice el más malo de los gauchos. Yo me voy ir.
Y el otro se quedó sobando el golpecito. Se jue. Cuando llegó dijo:
-Buena noche.
El gato estaba cabeciando en la oría del juego y el carnero medio dormido. Y áhi no más lo encararon:
-¡Eya, vieja!
Y lo agarró el carnero; le pegó un bote y lo largó patitas arriba. Y jue el gato y le clavaba las uñas. Y ya vino el burro y lu agarró a mordizcones y patadas. Y ya llegó el chiñi y lo mió bien miado. El tipo que no se podía escapar. El pavo que gritaba: ¡Páu, páu, pacencia! Y el gallo que cantaba: ¡Tengamelón áhi no más!
Por fin se pudo escapar, pero más golpiau que membrillo en árgana.
Y cuando llega le dicen los compañeros:
-¿Cómo ti ha ido, hom? ¿Cómo ti ha ido, hom?
Y él le dice:
-¿No me ven en el estau que vengo? ¡Ta, caramba! ¡Mozos qui habían síu malos! Ve, cuando hi llegau un mozo poncho blanco mi ha dau un sopapo y mi ha voltiau. Y ha veníu un mozo poncho amarillo, con alesnas y me picaba por todas partes. Agora, un mozo poncho plomo qui ha traido un martillo y tenazas y miren cómo mi ha dejau, todo machucau. Después un mocito poncho overo a listas, traiba una loción que mi ha echau que casi m'hi muerto de la fragancia -era el chiñi-. Otro mozo poncho cari, ése parecía más bueno, ése les gritaba: ¡pacencia! Pero, otro mozo poncho colorau, ése parecía que era el más malo, gritaba: Que me lo tengan áhi no más.
Entonce que dicen:
-¡Lo que es yo, no me quedo más aquí! ¡Ni yo tampoco!
Ninguno se quiso quedar. Esas mismas horas, tomaron las de Villadiego. Cuando jueron pasando por frente donde estaban los viajeros, que canta el gallo, y que dice el gaucho golpiau:
-¡Oh, ése es el que decía que me tengan!
Áhi no más le apretaron los talones a los chuzos. ¿Estas horas dónde irán?

Salté por un zapato roto,
que unté me cuente otro.

José G. Roldán, 59 años. Tasquín. Vélez Sarsfield. La Rioja, 1950.

Ganadero. Buen narrador.

Cuento 617. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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