Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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viernes, 23 de enero de 2015

Los cinco hermanados .615

Eran cinco hombres muy pobres. Vivían como hermanados. Uno tenía un burro, otro un perro, otro un gato, otro un carnero y otro un gallo. Una noche se pusieron a conversar de su pobreza, y discurrir, porque al otro día no tenían qué comer, ni de dónde sacar nada. Entonces, después de un rato de pensar y cavilar, dice uno:
-Yo hi de matar mi burro.
Y dijeron los otros:
-Yo hi de matar mi perro.
-Yo hi de comer mi gato.
-Yo hi de comer mi carnero.
Como el gato y el perro no saben faltar de las orilla de las piedras del juego, oyeron la conversación y allí no más jueron y le repartieron la voz a todos.
Entonces se quedaron pensando y dijo uno de ellos:
-¿Pórque no los ausentamos mañana?
-¡Claro! -dijeron todos.
-Y cómo 'mos de hacer.
-El gato y el gallo que suban sobre el burro, y seguimos huella.
-¿Y qué vamos a comer por áhi? No llevamos nada.
-Lo que cace el gato y el perro, le convidan al gallo. Y el carnero y el burro que coman pasto -dijeron.
Bueno... Y van y llegan a una encrucijada donde estaba un camino muy viejo. Estaban pensando y no hallaban por dónde irse, si por el camino viejo o el nuevo, y dice el burro:
-Saben decir que no hay que despreciar lo viejo por lo mozo, ni lo cierto por lo dudoso.
Eran consejos del burro. Bueno y toman por el camino viejo. No habían sabido ir por áhi porque los tigres habían sabido comer toda la gente y llegaron a la primera casa. No se vía más qui una qui otra cabra y oveja. Lo qui habían dejado los tigres, la poca hacienda que quedó.
Dice uno:
-Aquí no más los vamos alojar.
Y dice otro d'ellos:
-Aquí no hay más que güellas de tigre. Aquí los van acabar esta noche.
Y otro dice:
-No los han de hacer nada. Los quedamos.
Se quedaron. Cuando s'entró el sol, venían bramando los tigres. Ya se oía el bramido. Entonces el gallo dice:
-El carnero que se ponga al frente pa que a él lo vea el tigre y entre diretamente a él. Y el burro y el perro, se pongan de cada lado de la puerta para cazarlo de la nuca y no largarlo cuando entre el tigre.
Bueno, ya llegó el tigre más grande y s'entró, pero el burro lo agarró de la nuca, y el perro de una oreja, y claro, abría la boca el tigre, y el gato le arañaba los ojos y la lengua, y el carnero retrocedía y le daba unos botes al tigre y lo hacía quejar. Y los otros no lo largaban. Y el gallo estaba arriba de la muralla y cantaba.
-¡Dejemelón pa mí! ¡Dejemelón pa mí!
Ya le habían dado una paliza enorme al tigre, pero se les escapó y había ganao el campo.
Éste, en el camino encontró otros tigres y les dice:
-Vuelvansén porque áhi hay unos hombres que parecen muy malos, parecen herreros. Me han agarrau con las tenazas -ése era el burro y el perro- y otro mi ha dau unos combazos en la frente -era el carnero- y si me largan, para ese otro, que pedía me dejen para él, tal vez me matan -era el gallo.
Y así se quedaron los cinco hermanados a vivir porque no volvieron los tigres a vivir áhi.
Y así termina el cuento.

Laureano de la Fuente, 80 años. Piedras. Castro Barros. La Rioja, 1950.

Campesino. Buen narrador.

Cuento 615. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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