Era un lama cuya
enseñanza enfatizaba la necesidad de percibir el vacío. Instaba a sus novicios
y monjes a que se vaciaran de todo y percibiesen el sustrato vacío de todos
los fenómenos. Pero tanto acento ponía en la necesidad de vaciarse, que cinco
monjes se aceraron un día a él y le dijeron:
-Venerable lama, en
absoluto cuestionamos tus enseñanzas, pero ¿no pones demasiado énfasis en la
doctrina del vacío?
El lama sonrió. Dijo:
-Al atardecer, os quiero
ver a todos aquí en el santuario con un vaso lleno de agua.
Declinaba el día. Los
cinco monjes se reunieron con el maestro en el santuario, acompañados cada uno
de ellos con el respectivo vaso de agua. El maestro dijo:
-Golpearlos con cualquier
objeto y hacerlos sonar. Quiero oír la música de vuestros vasos.
Así lo hicieron los monjes,
pero el sonido era muy pobre y apagado.
El lama añadió:
-Vaciad los vasos y
repetid la operación.
Los monjes arrojaron el
agua de los vasos y comenzaron a hacerlos sonar. Ahora el sonido era vivo. El
lama dijo:
-Vaso lleno no suena.
Al punto, los cinco
monjes comprendieron. El lama sonrió satisfecho.
El Maestro dice: Vacíate de todo y empezarás a escuchar la
voz de tu naturaleza iluminada.
Fuente: Ramiro Calle
004. Anonimo (india)
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