Llevaba años en la
búsqueda de la Verdad. Era
un genuino buscador, pero no terminaba de hallar el sendero que se aviniese con
su naturaleza mental. Necesitaba un maestro verdadero, pero ¿cómo hallar uno
que lo fuera y cómo saber que lo era? Estaba tan atribulado que fue a visitar
a un viejo ermitaño que vivía en el bosque y que, aunque tenía mucha sabiduría,
no aceptaba discípulos:
-Querido anciano -dijo el
buscador, perdona que te perturbe. Eres viejo y sabio. Por eso reclamo tu
consejo. Necesito un maestro, pero hay tantos falsos, charlatanes y
embaucadores. ¿Cómo puedo saber si se trata de un maestro auténtico o falso?
El ermitaño quedó
pensativo unos instante. Después dijo:
-Hay que poner a prueba
al maestro, claro que sí. Existen dos caminos, buen hombre. Uno de ellos es
convertirte tú mismo en un verdadero maestro y así descubrirás por comparación
al maestro verdadero. El otro camino es el siguiente: si el maestro te acepta
como eres, no te pide ningún esfuerzo; pero si te pide dinero, trata de
retenerte con argucias y te dice que sólo él podrá ayudarte, ten por seguro que
es un falso maestro.
El Maestro dice: El más grande maestro es el que mora dentro
de ti mismo. Pon a prueba al maestro exterior. No permitas que te saque de tu
cárcel para introducirte en la suya.
Fuente: Ramiro Calle
004. Anonimo (india)
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