Se requería un juez, pues
el último de la localidad había muerto. Se tenía constancia de la ecuanimidad y
sabiduría de un yogui que vivía en un bosque cercano. Las sencillas gentes de
la localidad decidieron nombrarlo juez, y he aquí que pronto hubo de celebrarse
la primera vista. Con tal motivo llegó una de las partes y espuso su alegato.
El yogui-juez dijo:
-Tiene usted razón, toda
la razón. Ahora voy a escuchar a la otra parte.
Tras escuchar a la otra
parte, afirmó:
-Tiene usted razon, toda
la razón.
El escribano no podía
creerlo. Pero ¿qué clase de juez era ése que daba la razón a ambas partes?
Enojado, dijo:
-Señor juez, está usted
disparatando. ¿Cómo van a tener razón las dos partes?
El juez se dirigió al
escribano y le dijo:
-Ciertamente tiene usted
razón. ¿Cómo van a tener razón ambas partes?
El Maestro dice: Aquel que tiene amplia y clara visión ve la
«razón» particular de cada persona.
Fuente: Ramiro Calle
004. Anonimo (india)
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