Era un buscador de la Verdad , pero estaba obsesionado
con hallar un maestro que pudiera proporcionarle su presencia, puesto que ya
conocía muchos métodos y mapas espirituales. Era como un incansable sabueso en
busca de un maestro. A lo largo de años había conocido guías, mentores y
maestros, pero ninguno le parecía suficiente. Esperaba otra cosa, aunque no
supiera bien definir qué era. Deseaba un maestro que le proporcionase algo muy
importante. Y un día, ascendiendo por una empinada ladera en busca de un sabio
que residía en la cima de la montaña, cayó al precipicio y tuvo tiempo de
quedar asido a la rama de un árbol. El vacío se abría bajo él. Comenzó a gritar
desesperadamente pidiendo socorro. En muy poco tiempo le fallarían las fuerzas
y se desplomaría en el abismo. De repente apareció un burdo campesino, le lanzó
su soga y pudo ponerlo a salvo.
El buscador de la Verdad , una vez se hubo
repuesto, prosiguió hasta la cima de la montaña y se reunió con el Sabio, al
que expuso su larga búsqueda de un maestro que le brindase algo muy importante.
El Sabio dijo:
-¡Serás necio! No dudo de
tu genuino afán de búsqueda, pero eres un necio. De tanto buscar, no
encuentras. Buscas un maestro que te proporcione algo muy importante. ¡Pobre
necio ciego! ¿Te parece poco importante lo que te ha dado un inculto campesino?
El Maestro dice: Tantas pretensiones excesivas, tantas expectativas, que perdemos de
vista el maestro o maestros que a cada momento pueden cruzar por nuestra vida.
Fuente: Ramiro Calle
004. Anonimo (india)
No hay comentarios:
Publicar un comentario