Un hombre se
vio obligado a dejar su casa durante unos días para ir en busca de empleo. En
su ausencia, el único hijo que tenía enfermó súbitamente y murió. Cuando el
hombre regresó a su hogar, su esposa, deshecha en lágrimas, le dio la amarga
noticia. Pero el hombre permaneció extraordinaria-mente sereno y ecuánime. La
esposa no podía salir de su asombro e indignación. Comenzó a increparle
agriamente su actitud. El hombre la tranquilizó y luego explicó: “Querida, la
otra noche soñé que tenía siete hijos y que con ellos mi vida estaba llena de
satisfacción y felicidad. Sí, realmente, yo era muy feliz con mis hijos. Al
despertarme, de pronto, los perdí a todos. Ahora te pregunto: ¿Por quién debo
afligirme? ¡Por los siete hijos o por el que hemos perdido?”
*El Maestro dice: Para el que ha trascendido todos los fenómenos y apariencias, la vida
es de la misma sustancia que un sueño.
004. Anonimo (india)
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