El las remotas regiones
himalayas, un peregrino encontró tres cráneos e hizo conocer la noticia al monarca
del reino. El monarca pidió los tres cráneos y se los entregó a su médico de
cabecera, un hombre sapientísimo y de avanzada edad. Le dijo:
-Quiero que investigues a
fondo en estos cráneos y me digas cuál de sus propietarios era la mejor
persona.
El médico sometió los
tres cráneos a una rigurosa investigación. Después de unos días acudió a
visitar al rey y colocó los tres cráneos sobre una mesa.
-Señor -dijo, ya tengo
respuesta.
Señaló uno de los cráneos
y dijo:
-Éste era el cráneo de la
persona más bondadosa.
-Explícame la razón
-ordenó el monarca.
El médico explicó:
-Cogí un cráneo y pasé un
alambre por un oído, y el alambre salió directamente por el otro oído. Se
trataba de un hombre al que las cosas que oía le entraban por un oído y le
salían por el otro.
Tras una pausa, el médico
agregó:
-Estudié el segundo
cráneo y pasé un cable por un oído, y el cable salió directamente por la boca.
Se trataba, sin duda, de una persona indiscreta que automáticamente contaba lo
que había oído.
El monarca permanecía
expectante. El médico añadió:
-Cogí el tercer cráneo y
pasé el cable por un oído, y el cable emergió por debajo del cráneo en
dirección al corazón. Esta persona elaboraba en su corazón aquello que
escuchaba de los otros. Era, no cabe duda, la más bondadosa... y la más sabia.
El Maestro dice: No hay luz más radiante que la que emerge
del corazón.
Fuente: Ramiro Calle
004. Anonimo (india),
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