Un sacerdote pasaba
frente a la humilde casa de una aldea. Escuchó alborozadas risas y se aproximó
a ver por qué se producían. Había una madre dando de comer a sus cuatro hijos.
Pero lo que sorprendió al sacerdote fue comprobar que también daba de comer a
una imagen de la divinidad. El sacerdote se irritó y gritó: «Mujer blasfema,
¿cómo osas jugar con la imagen de Dios?» Cogió la imagen y se la llevó. No
podía permitir que hicieran de ella un juguete. Los niños se quedaron sumamente
tristes y la mujer avergonzada. El sacerdote colocó la imagen sagrada en el
templo. Pero esa noche, en sueños, Dios se le apareció y le dijo: «¡Insensato!
¿Quién te manda meterte donde no te llaman? No aceptaré ningún sacrificio ni
ofrenda de los sacerdotes, porque donde yo realmente era feliz es en esa casa y
con esos niños. Así que, en cuanto te levantes mañana, llévame con ellos. El
templo es oscuro y triste.»
El Maestro dice: Por la alegría y el contento se llega antes
al Divino.
Fuente: Ramiro Calle
004. Anonimo (india),
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