En la espesura, al borde
del camino, una serpiente aprovechaba para morder a todo aquel que transitaba
por el lugar. Ya había provocado diferentes muertes. Estaba en su naturaleza
ser violenta, atacar y dejar su terrible veneno en la persona agredida. Pero un
día, un eremita acertó a pasar por el lugar. De súbito, se dio cuenta de que
una serpiente aparecía entre la espesura con la intención de morderle. El
hombre santo desplegó todo su amor y paz hacia el violento animal y éste se
refrenó. Entonces el eremita, con gran afecto, le explicó a la serpiente los
beneficios de la no violencia y le hizo prometer que nunca volvería a morder a
nadie. Impresionada por la compasión del santo, así lo prometió el animal.
Luego eremita y serpiente se despidieron.
Cuando los vecinos de la
localidad comprobaron que la serpiente se había tomado inofensiva, comenzaron
a maltratada siempre que había ocasión para ello. El pobre animal estaba muy
compungido y se dejaba maltratar, puesto que no quería romper la firme promesa
que hubiera realizado al santo.
Pasaron los meses. Un día
el eremita pasó de nuevo por la ruta. Se acordó de su buena amiga y acudió a
visitarla. La encontró triste y muy afligida.
-Pero ¿qué te ocurre, mi
querida amiga? -preguntó el hombre.
-Como han comprobado que
no muerdo, han dejado de temerme y me maltratan.
Entonces el sabio dijo:
-Pero, querida mía, yo te
pedí que no mordieras, pero nunca te pedí que no silbaras y asustaras así a los
que no te respetan.
El Maestro dice: La no violencia nunca es falta de firmeza, y
aunque uno more en la noble actitud de la no violencia, no debe permitir que
los demás le pierdan el respeto, lo manipulen o castiguen.
Fuente: Ramiro Calle
004. Anonimo (india),
No hay comentarios:
Publicar un comentario