Se llamaba Vinay. Tuvo un
ataque cardiaco y se desvaneció, pero todos creyeron que estaba muerto. Cuando
lo iban a amortajar, recobró la cons-ciencia. Al ver que le habían tomado por un
cadáver, recibió tal impresión que su corazón falló de nuevo y se desmayó otra
vez.
-Ahora sí que ha muerto
definitivamente -dijeron los presentes.
Llegaron los forenses y
certificaron que había muerto.
El hombre fue colocado
sobre las parihuelas y arropado con un lienzo. El cortejo fúnebre partió hacia
la orilla del río, donde estaba preparada la pira para su incineración. Se
colocó el cuerpo sobre la pira y a punto estaban de encender la misma cuando el
hombre volvió a recobrar la consciencia y gritó:
-¡Estoy vivo! ¡Estoy
vivo!
Había presentes un buen
número de familiares, amigos y conocidos.
-¡No puede ser! -gritó la
gente. Se ha certificado que está muerto.
-¡Qué estoy vivo!
-protestó Vinay despavorido.
Uno de los presentes
reconoció a un notario entre los asistentes. Se dirigió a él y le pidió su parecer.
El notario se volvió hacia la gente y dijo:
-Sumáis decenas de
personas. Habéis sido testigos de lo que han dicho los expertos. Este hombre,
¿está vivo o está muerto?
Todos convinieron:
-Está muerto.
-Pues si todos vosotros
sois testigos de que está muerto, es que está muerto. Que se encienda la pira.
Se encendió la pira y el
cuerpo fue en unas horas reducido a cenizas.
El Maestro dice: Los esquemas y las preconcepciones empañan
la realidad tal cual es.
Fuente: Ramiro Calle
004. Anonimo (india),
No hay comentarios:
Publicar un comentario