A
través de la ventana del carruaje, el pastor pudo ver a la mujer del
granjero y a tres demonios. A ambos lados del camino crecían
matorrales de romero y el pastor arrancó una ramita. Lo mismo hizo
cuando atravesaron una rosaleda y un campo de lirios. Finalmente,
llegaron a un castillo negro, donde la mujer del granjero pasó toda
la noche bailando con los demonios.
A
la mañana siguiente, el pastor contó al granjero toda la historia
y, como prueba, le entregó las ramas que había ido cortando. El
granjero pegó a su mujer con las tres ramas y ella lo confesó todo.
Una vez, cuando era muy joven, se había negado a bailar con un
muchacho del pueblo.
-¡Preferiría
bailar con el diablo! -dijo entonces. Y, desde aquel día, los
demonios no la habían dejado en paz. Sólo las ramitas recogidas por
el pastor habían conseguido devolverle la libertad.
0.999.1
anonimo cuento - 064
No hay comentarios:
Publicar un comentario