A
la mañana siguiente, todas las flores empezaron a abrirse. El sol
caldeaba la tierra.
-¡Mamá!
-gritó Celicia. ¡Vamos a merendar fuera! Me pondré un jersey.
Y
así lo hicieron. Cecilia preparó la mesa a la sombra de un viejo
roble y merendaron un delicioso chocolate con bizcochos.
-Muy
pronto, podremos merendar fuera sin jersey -dijo Cecilia a su madre.
-Claro
-respondió esta. Pero habrá que trabajar duro en el jardín. ¿Nos
ayudarás este año?
Cecilia
estaba encantada. Pudo rastrillar, limpiar los setos, arrancar las
malas hierbas. El jardín nunca había estado tan bonito.
0.999.1
anonimo cuento - 063
No hay comentarios:
Publicar un comentario