Carlos
tenía la costumbre de ir corriendo a todas partes, de manera que
todo el mundo le llamaba Carlos el rápido.
Una
noche, soñó que iba corriendo al colegio, como de costumbre, pero
que era incapaz de parar.
A
la mañana siguiente, la madre de Carlos quedó muy sorprendida al
ver que salía de casa a paso normal y le preguntó por qué, de
repente, había dejado de correr.
-No
he dejado de correr del todo -explicó Carlos. Corro cuando llego
tarde y cuando hago deporte. Pero me he dado cuenta de que por ir
corriendo me he perdido muchas cosas.
-Me
parece una buena idea -exclamó su madre. ¡Por cierto, ve corriendo
a comprar el pan o cerrarán la tienda!
-Muy
bien, pero no iré corriendo, iré andando -replicó Carlos, con una
pícara sonrisa.
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anonimo cuento - 064
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