Amarillo,
el tractor, se detuvo junto a la vaca Lisi. El granjero se asomó por
la cabina.
-¡Vamos,
Lisi, levántate! -dijo el granjero. El concurso se celebra dentro de
una semana ¿Cómo vas a ganar el premio a la mejor vaca si estás
todo el día haciendo el vago y engordando sin parar? ¡Qué perezosa
eres!
-Me
gusta estar echada -respondió la vaca Lisi. Tengo toda la hierba que
me hace falta a mi alrededor. No necesito levantarme para nada.
-¿No
te gustaría ganar el concurso, Lisi? -preguntó el granjero.
-¡No!
-respondió Lisi. Y siguió masticando un bocado pensativamente.
El
granjero no subía qué hacer. Menos Lisi, todos sus animales ganaban
premios. A lo mejor ellos sabían cómo conseguir que volviera a
estar en forma y hermosa. Condujo a Amarillo hasta la granja y les
preguntó su opinión.
-Es
demasiado sosa. Píntala de rosa con manchas marrones. A mí siempre
me funciona -dijo el cerdo Rufus.
-Come
demasiada hierba. Dale periódicos para comer. A mí siempre me
funciona -dijo la cabra Locuela.
-Tiene
la cola demasiado estrecha. Pégale un montón de plumas de colores.
A mí siempre me funciona -dijo el gallo Felipe.
-Yo
sé qué hacer para que Lisi cambie -dijo entonces Amarillo.
Los
animales se rieron con desprecio. ¿Cómo iba a conseguir un tractor
lo que ellos no podían lograr? Pero el granjero dijo:
-Por
favor, Amarillo, ¡haz todo lo que puedas!
Amarillo
se puso a dar vueltas por el establo, probándose todos los
accesorios y las herramientas que puede utilizar un tractor. Primero
se puso la pala excavadora y fue al encuentro de Lis¡.
-Lisi,
por favor, ¿podrías pasarte al campo pequeño?
-No
quiero -respondió Lisi, echándose de espaldas. Amarillo la levantó
con su pala y la llevó al campo.
-Es
por tu bien -le dijo.
A
continuación se puso el arado y, para asombro de todos, empezó a
arar la hierba del medio del campo. Al día siguiente Amarillo aró
otra franja más, y lo mismo hizo un día después. Cada vez había
más parte arada y menos zona con hierba.
-¡No
me estás dejando hierba para comer! ¡Me estoy quedando en los
huesos! -gritó Lis¡.
Después,
Amarillo se puso la segadora y retiró toda la hierba que quedaba. Si
Lisi seguía tumbada, ya no tendría suficiente comida. Ahora estaba
más delgada y el ejercicio le estaba dejando la piel brillante. Pero
el tractor aún no había terminado. Se puso la pala trasera y llevó
a Lis¡ una paca de hierba. Sin embargo, cuando ella se acercó
corriendo, Amarillo se puso en marcha y la vaca tuvo que trotar para
alcanzarlo. Al final del día estaba muy cansada, pero se sentía en
forma y llena de salud.
Para
entonces, Amarillo ya había usado casi todas sus herramientas. La
última que utilizó fue un surtidor a presión con el que la lavó
y... ¡Tachón! Ahí estaba Lis¡ más guapa que nunca.
Lisi
participó en el concurso y, por supuesto, lo ganó. Al granjero le
dieron una copa de plata que colocó en su estantería.
¡Y
todo gracias al tractor Amarillo!
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anonimo cuento - 061
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