David
trepó a un sauce desde cuyas ramas se dominaba el estanque. Era un
lugar ideal para zambullirse en el agua.
Estaba
pensando en el chapuzón que iba a darse cuando, en la misma rama
pero un poco más arriba, distinguió a una extraña criatura. Era un
ave dispuesta a zambullirse en el agua.
-¿Quién
eres tú? -preguntó David.
-Un
somormujo, claro -contestó el ave-pez en tono malhumorado. Me paso
día y noche zambulléndome en el agua y ¡no te imaginas lo pesado
que es! ¿Crees que podrías sustituirme hoy para que yo pueda
descansar un poco?
David
asintió encantado. De esta forma se pasó todo el día, hasta que
anocheció, zambulléndose en lugar del somormujo.
0.999.1
anonimo cuento - 064
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