Había
una vez siete cornejas que no tenían miedo de nada, ni siquiera del
espantapájaros que se agitaba en el campo del tío Mateo. Se
burlaban del pobre muñeco de paja. No le hacían ningún caso y, en
cuanto el tío Mateo había sembrado el campo y volvía a casa,
corrían a darse un festín de semillas.
El
tío Mateo tuvo un día una idea luminosa. Fabricó otro
espantapájaros igual a él: la misma barba, camisa y pantalón
remendados y, por último, un viejo sombrero.
Las
cornejas se burlaron de él:
-¡El
tío Mateo está loco si cree que nos da miedo este nuevo
espanta-pájaros!
Por
eso, cuando se abalanzaron sobre las semillas, imaginad su sorpresa
al ver que el espantapájaros cobraba vida y corría tras ellas. El
tío Mateo, esta vez, había ocupado el lugar de su espantapájaros.
Desde aquel día, se mantienen a distancia, pues nunca saben si será
el granjero o su espantapájaros.
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anonimo cuento - 063
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