A
Clara le habían regalado, por su cumpleaños, unas preciosas tizas
de colores. «Y ahora ¿qué dibujo?» -se preguntaba. Se quedó
pensativa mirando fijamente el papel. «¡Ya sé! ¡Un globo!
Dibujaré uno de esos globos enormes que sirven para volar por los
aires.»
Se
puso manos a la obra y dibujó, dentro de la barquilla del globo, un
hombre con un catalejo para que pudiera observar la tierra.
Se
produjo entonces un suceso extraordinario. La barquilla se despegó
de la hoja y el globo se elevó hacia las nubes, mientras el
hombrecillo la observaba con su catalejo.
0.999.1
anonimo cuento - 063
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