Rosa
era pastora. Un día, perdió una de sus ovejas. Para encontarla,
anduvo hasta el bosque. Anduvo y anduvo hasta un acantilado y allí
se paró, paralizada por el asombro: a su alrededor, brillaban
millares de bolitas que despedían rayos de luz.
Cogió
una y, al momento, surgieron de la nada un cuervo y una ardilla.
-¿Quién
nos llama? -preguntó el cuervo.
-No
quería molestaros -respondió Rosa. He perdido una oveja y he venido
a buscarla.
-¡Descuidada!
¡Más que descuidada! ¡Ha perdido una oveja! -graznó el cuervo.
Pero no te preocupes, la encontraremos.
Al
punto, apareció a su lado la oveja perdida. Poco después, Rosa se
despertó al calor de un rayo de sol primaveral. ¿Había sido un
sueño?
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anonimo cuento - 063
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