Un
día, un lobo se disfrazó de pastor. Había encontrado una pelliza
de piel de carnero y un sombrero. Incluso se había fabricado un
cayado con una rama con la que había estado a punto de tropezar en
el bosque. De lejos, era fácil confundirlo con cualquiera de los
otros pastores.
Así
disfrazado, y apoyándose en el cayado con su pata delantera, aquella
tarde el lobo consiguió llegar sin ser descubierto hasta el rebaño
de ovejas. Pero, en cuanto intentó hablar, su voz lo traicionó.
En
lugar de palabras, emitía gruñidos. El mismo lobo quedó asombrado,
pues pensaba que, habiendo tomado apariencia de pastor, su voz sería
también diferente. La sorpresa le hizo tropezar con el cayado y para
el pastor y su perro fue muy sencillo capturarlo y llevarlo muy
lejos, a un lugar del que nunca pudiera volver.
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anonimo cuento - 064
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