Había
una vez un granjero que tenía dos hijos. Un día les dijo:
-Recorred
el ancho mundo y aquel de vosotros que vuelva con la novia más
bonita heredará mi granja.
Se
pusieron en camino.
Pronto,
el hijo pequeño se sentó al borde del sendero y se echó a llorar.
Una rana que saltaba por allí le preguntó el porqué de sus
lágrimas. Cuando le hubo contado su pena, la rana le condujo hasta
una cueva donde se hallaba escondida una joven muy bella.
-¡Esta
es mi hija! -le dijo la rana. Si heredas la granja, me veré libre
del encantamiento que me convirtió en rana.
Aunque
la joven estaba vestida con harapos, la llevó a su casa.
Su
hermano había regresado también, acompañado de otra hermosa joven
vestida con ricas sedas. El padre se encontraba indeciso, así que
pidió a las dos jóvenes que bailaran al ritmo de la música. Esta
era tan rápida que, con el movimiento, se deshicieron las sedas,
dejando al descubierto una ropa interior muy descuidada y sucia.
También los andrajos se deshicieron, dejando ver una delicada ropa
interior de seda bordada.
El
padre, entonces, no lo dudó más. Eligió a la novia del pequeño,
que heredó la granja. Y la rana quedó libre del encantamiento.
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anonimo cuento - 063
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