Una
vez, en el reino del príncipe Ricardo estalló una guerra. Un
muchacho, de nombre Pedro, reunió las tropas reales para expulsar al
enemigo fuera del territorio. El rey le prometió que, como
recompensa, le daría la mano de su hija. Pero, como Pedro era de
origen modesto, la princesa no quería casarse con él.
Convenció
a su padre para que llevara a la práctica una estratagema:
-Pide
a tus escultores que hagan dos estatuas iguales a mí. Me colocaré
entre ellas y, si me reconoce, aceptaré casarme con él.
El
padre aceptó y Pedro fue conducido a un salón en el que se
encontraba la princesa entre las dos esculturas.
Pedro
las observó y murmuró unas palabras al oído de uno de los criados.
Este salió, para volver poco después con una abeja que Pedro le
había pedido. La abeja empezó a zumbar alrededor de las princesas.
Finalmente, se posó sobre la verdadera, que lanzó un grito de
terror.
Era
lo que Pedro estaba esperando para decidirse.
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anonimo cuento - 063
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