Un
buen día, una niña fue al bosque a recoger fresas silvestres.
Estuvo mucho rato buscando, pero no encontró ni una. Entonces, se
sentó a comerse la merienda. En esto, llegó una hormiga que le
pidió una miguita de pan.
-¡Vete!
-le dijo ella con severidad. ¡Tengo lo justo para mí!
A
la mañana siguiente, su hermana pequeña fue también al bosque a
recoger fresas.
Unas
horas después, volvió con una cesta llena de jugosas fresas.
-¿Dónde
las has encontrado? -le preguntó la mayor.
-Al
principio no encontraba ninguna -exclamó la pequeña. Pero me senté
a comer y apareció una hormiga que me pidió una miga de pan.
Compartí con ella mi bocadillo. Entonces, me condujo a un lugar
apartado repleto de deliciosas fresas.
Como
dice la sabiduría popular, una buena acción nunca queda sin
recompensa.
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anonimo cuento - 063
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