Juan
y Gustavo jugaban a las canicas. El premio consistía en un ágata
magnífica, la canica más bonita de todas. Gustavo se sintió
defraudado cuando Juan la ganó.
Al
volver a casa, Juan se encontró con Natalia, la hermana pequeña de
Gustavo, que llevaba una preciosa pulsera. Recordó entonces que
también era el cumpleaños de su hermana y que no le había comprado
ningún regalo.
-Te
cambio lo que quieras por la pulsera -le dijo.
-Te
lo cambio por esa canica -decidió ella. Sé que a Gustavo le
encanta.
Las
tiendas ya estaban cerradas, Juan no tenía elección, así que
aceptó y cada uno volvió a casa con el producto del cambio.
¡Imaginaos
la sorpresa de Gustavo cuando su hermana le dio la preciada canica!
Durante una semana fue todo amabilidad para con su hermanita.
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anonimo cuento - 063
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